martes, 5 de mayo de 2015

Fracking en Bolivia: Transnacionales podrían imponer las reglas del juego



Se dice que la extracción de los hidrocarburos no convencionales (conocidos también como shale o de esquisto) ha revolucionado el mercado a pesar del gran daño ambiental que provoca. Hoy en día son grandes protagonistas en un nuevo capítulo sobre la ya conocida volatilidad de los precios del petróleo.

En Bolivia, desde 2013 el desaparecido ex presidente de YPFB, Carlos Villegas, anunció que se estaba comenzando los estudios para identificar gas de esquisto, y se firmaron convenios con YPF de Argentina para evaluar el potencial de este hidrocarburo. También se instruyó a la Unidad de Geología y Geofísica de YPFB que saquen muestras de las formaciones con potencial.
Ante tanto preparativo para buscar y explotar el shale gas, sorprendió que el ministro Juan Ramón Quintana, hace cerca de 2 semanas, haya condenado el fracking, en presencia de ejecutivos de dos grandes empresas de dos grandes países afectados por el desarrollo del shale en Estados Unidos (Gazprom de Rusia y Petrobras de Brasil).
El debate sobre la introducción de los hidrocarburos no convencionales y su técnica de extracción, el polémico fracking, parece estar empezando a tomar forma en Bolivia.
Es por ello que el investigador del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), Jorge Campanini, accedió a una entrevista con El País para analizar el contexto en el que se podría perfilar un debate nacional.

El País (EP). ¿Crees que las declaraciones del ministro Quintana reflejan un giro en la visión del gobierno respecto del shale? ¿O tienes información de que YPFB sigue persiguiendo el shale y el fracking?
Jorge Campanini (JC).Yo creo que la expresión del ministro Quintana no fue una señal sobre la visión nacional respecto al fracking, a pesar de la condena que realizó el momento de la firma de convenios con Gazprom y Petrobras, que curiosamente son empresas que también han desarrollado y están desarrollando prospectos no convencionales en diversas partes del mundo.
En Bolivia no está descartado el uso de esta tecnología y los antecedentes son claros: YPFB presentó el año 2013 un estudio sobre las consideraciones geológicas y geoquímicas que debieran tomarse en cuenta para iniciar procesos de exploración de shale en la cuenca del chaco boliviano, concluyendo que la provincia geológica de Boomerang contendría los requerimientos más óptimos para minimizar los riesgos exploratorios.
La evidencia muestra que la amenaza del fracking en Bolivia no se ha desvanecido, y obviamente es una carta que puede jugarse en algún momento, dependiendo del estado de nuestras reservas y compromisos por cumplir.
Un claro ejemplo de ello es el caso del pozo Ingre X-2, donde se inició la perforación el año 2012 y cuyos resultados negativos –mencionaron en los medios que no se encontró ni siquiera agua- impulsaron a YPFB a practicar una microfractura bajo el asesoramiento de una empresa extranjera especializada en fracking (la transnacional estadounidense Halliburton), y cuyo resultado fue el descubrimiento de un reservorio de petróleo de esquisto.

(EP). En 2013, el Vicepresidente del Comité de Coordinación de la Unión Internacional del Gas (IGU), Menelaos Ydreos, afirmó a este medio de comunicación que se puede extraer los no convencionales de forma segura para el medio ambiente siempre y cuando hayan buenas regulaciones y buena vigilancia, lo que es factible cuando el Estado está involucrado, como en Bolivia. ¿Concuerdas con su perspectiva?
(JC). No concuerdo con esta posición, primeramente porque la extracción de shale gas es una actividad contaminante y agresiva con el medio ambiente, y contiene en sí misma una naturaleza depredadora, además de oscura.
Basta mencionar los estudios de universidades, investigadores e incluso la posición de organismos oficiales, entre ellos la propia EPA (Agencia de Protección Ambiental) de EEUU, que están caracterizando y señalando que no es posible que exista un desarrollo del fracking “amigable”, aun con la armonía, regulaciones y cualificación que menciona Ydreos.
Además, en nuestro caso particular sería muy difícil ver un Estado controlador y regulador de la industria del shale, debido a que esta tecnología es privativa y escaparía del control estatal. No es novedad que esta tecnología pertenece a un monopolio privado/transnacional y que ellos pondrán las reglas del juego al respecto.

(EP). Es sabido que en Argentina se está desarrollando el shale a través de una alianza de la estatal YPF con la estadounidense Chevron, en Vaca Muerta. ¿Sabes si ya hay impactos ambientales o se está trabajando con cuidados y regulaciones? ¿Qué tipo de exploración/explotación podríamos esperar para Bolivia?
(JC). Primeramente hay que precisar: en Vaca Muerta y la cuenca neuquina hay muchas empresas que están operando en la actualidad, entre ellas PAE, Total, Pluspetrol, fundamentalmente o exclusivamente en el desarrollo de no convencionales. YPF ha concretado alianzas con Chevron, Dow y PETRONAS para operar parte del yacimiento y al parecer a esto se sumará la gigante rusa Gazprom.
En la zona existen actualmente 380 pozos de producción no convencional y una producción de shale gas que representa al 20% de la producción nacional, y obviamente las previsiones son el aumento a gran escala a partir de los acuerdos mencionados.
Ya se cuenta con registros de impactos ambientales en la zona, producidos por derrames, explosiones y por las características propias de la actividad petrolera, sucesos que han ocurrido cerca de zonas urbanas o de producción agrícola. Además hay cantidad de denuncias sobre violaciones de derechos de comunidades indígenas por parte de las compañías operadoras, lo cual generó un movimiento de oposición al fracking en varias regiones de Argentina.
En Bolivia podríamos esperar que la introducción de esta tecnología vaya a agudizar los problemas ambientales y sociales que venimos viviendo, como el desplazamiento de comunidades –caso del pueblo guaraní-, la permisiva política de que se realicen operaciones en áreas protegidas y territorios indígenas, el no tener acceso a la información.
Esto agravaría nuestra situación y generaría una mayor conflictividad en las zonas afectadas, sin mencionar los graves impactos que se generarían, sobre todo al agua.

(EP). Si prospera la explotación del shale en Bolivia esto se daría principalmente en el Chaco boliviano, con impactos incluso en el parque Aguaragüe. ¿Qué tipo de vulnerabilidades tiene la región del Chaco y del parque, y cuál la importancia de estos ecosistemas en la región?
(JC). Primeramente dentro del PNAMI (Parque Nacional y Área de Manejo Integral) Aguaragüe se están llevando a cabo en la actualidad varios procesos de exploración y en el pasado se ha explotado petróleo a lo largo de esta serranía.
Los impactos de esta actividad son visibles en cuanto a los pasivos que se dejaron y ahora con la reactivación de procesos exploratorios se está poniendo en riesgo la estabilidad ecológica y los objetivos de la creación de esta área protegida, cuyo eje fundamental se basa en la generación de agua y la conservación de ecosistemas transicionales que son únicos en la región.
Esto está amenazado por la actividad convencional. En el caso del fracking hay muy pocas zonas dentro la serranía que serían aptas para esta práctica, debido a que se prioriza zonas de planicie o llanura con muy poca pendiente, donde no existan estribaciones montañosas, ya que esto obstaculiza el desarrollo de las masivas perforaciones casi continuas que se requiere para operar un yacimiento no convencional.
Si bien la cuenca chaqueña y la formación Los Monos incluyen el área del PNAMI Aguaragüe, veo difícil, pero no descarto, que se elija a la serranía del Aguaragüe como lugar de emplazamiento de esta tecnología. Sería catastrófico añadir un problema más a la situación actual que está viviendo esta área protegida.

(EP). Según un estudio de la Agencia Norteamericana de Energía, Bolivia ocuparía el quinto puesto en el continente como país con más reservas de hidrocarburo no convencional, algo que atrae a las transnacionales. ¿No vale la pena aprovechar el potencial para lograr captar las rentas de hidrocarburos no convencionales?
(JC). Yo creo que nada justifica la introducción de esta tecnología al país y esperemos que no se recurra a ella, no solo en el Chaco sino también en los lugares potenciales como son las zonas de bosque tucumano, los valles interandinos e incluso el bosque seco chiquitano, además de la Amazonía cuyo potencial de no convencionales es un capítulo aparte.
Pienso que en las actuales condiciones, la introducción de esta tecnología atraería una serie de conflictos por el acceso y uso del agua. Por la poca información con la que se cuenta, se entiende que se ubicaría en zonas de producción agropecuaria pequeña y/o grande, similar a algunos casos que suceden en Argentina.
Y por si fuera poco, quienes sentirían en primera instancia los impactos del fracking serían las comunidades indígenas y campesinas ubicadas en la zona. No creo que continuar con esta lógica del modelo primario exportador nos lleve a buen puerto.

(EP). Un caso paradigmático del enfrentamiento al fracking se dio en EEUU, donde un granjero de Pensilvania, que llevaba años denunciando los efectos de esa técnica sobre su ganado y las pérdidas de miles de euros anuales en cabezas y pastos, antes de fallecer a causa de un tumor cerebral en junio del 2014, afirmaba que “el agua es más importante que el gas”. Sus denuncias no fueron escuchadas por las autoridades. ¿Conoces de luchas anti-fracking que hayan sido exitosas?
(JC). Hubo muchos ejemplos de resistencia exitosa en varias partes del globo. Mencionar primeramente el caso argentino, cuya estructura política permite a los municipios y provincias decidir sobre la pertinencia de llevar a cabo un determinado emprendimiento y es a base de la organización vecinal y comunal que se han logrado declarar a varias regiones como “municipios libres de fracking”, entre ellos a Villaguay, Cerrito, Tupungato, entre otros.
Igualmente se están dando casos de organización de las comunidades frente a esta amenaza en Colombia y Mexico, donde los activistas junto a las comunidades han iniciado procesos de denuncia.
En EEUU se han visto muchos casos de resistencia. Quizás uno de los más emblemáticos fue el realizado en el condado de Dryden, estado de Nueva York, cuya población dedicada fundamentalmente a la actividad agrícola, logró que se declare una ley prohibiendo esta práctica en la zona.
A esto se suma una gran cantidad de manifestaciones, inclusive de personajes de la farándula norteamericana, actores, cantantes y otros, que han logrado socializar a su estilo la problemática que trae consigo la explotación de los no convencionales y el fuerte impacto que tienen.
El caso europeo es mucho más diverso, pues sus características de organización pintan un panorama donde la resistencia ha generado desde políticas de prohibición, como el caso francés con la promulgación de una ley expresa, hasta lo que viene aconteciendo en Europa del este (Polonia y Rumania), donde campesinos y comunidades organizadas han decidido expulsar a las transnacionales de su territorio a base de movilizaciones y protestas.
Y a pesar de que las leyes de la Unión Europea derivan la problemática del fracking a los estados miembros y deciden no intervenir al respecto en cuanto a su regulación, se ha alertado a la población que la fractura hidráulica podría desembarcar en el viejo continente a través del acuerdo de libre comercio que se firmaría con EEUU y Canadá (el TTIP), cuyo avance ha despertado un sinnúmero de protestas de la población civil.

(EP). Algunos expertos han criticado categóricamente medidas como la prohibición del fracking, afirmando que “lo peor que un gobierno puede hacer es poner una prohibición en el desarrollo del recurso, porque se crean ganadores y perdedores”. ¿Quiénes serían los ganadores y perdedores en Bolivia si es que se prohibe el fracking?
(JC). En nuestro caso particular, de suceder una prohibición al fracking los directos perdedores serían obviamente todas las transnacionales cuyo insaciable apetito sobre nuestros recursos se vería afectado.
Vale recordar que esta tecnología es privativa y que contiene además patentes y procesos que son secreto de las empresas, que nunca las compartirían y que necesariamente tienen que vender.
Perderían también los “lobbystas” del fracking que han estado últimamente con mucha frecuencia en nuestro país, además de todos los vendedores de insumos químicos, maquinaria y todo material que representan las operaciones y el negocio con no convencionales.
(EP). El Gobierno ha defendido varias veces el derecho que tiene Bolivia de utilizar y explotar sus recursos naturales para lograr su desarrollo, y el vicepresidente García Linera se refiere a esto como “extractivismo”. Sin embargo, existe una diferencia conceptual entre lo que es la extracción de recursos naturales y lo que es propiamente un modelo extractivista. ¿Puedes aclarar la diferencia?
(JC). El extractivismo es un término que muchos relacionan con la industria, fundamentalmente minera o petrolera. Pero en realidad es todo lo contrario a lo que significa una industria, es lo contrario a la transformación de materia prima en un bien que genere un valor adicional.
Extractivismo es en realidad la extracción de grandes volúmenes de materia prima para la exportación directa, además de generar un importante costo ambiental. Eduardo Gudynas afirma que por esa razón no existe la posibilidad de que haya una “industria extractiva”, y nosotros en Bolivia hemos tenido la característica de basar nuestra economía justamente en este proceso de extracción de material.
Incluso con la larga historia petrolera y minera con la que contamos, no hemos podido industrializar nuestras materias primas, pese a que ello es parte de la agenda de muchos sectores populares.
Nosotros tenemos el derecho de usar nuestros recursos naturales, pero no bajo este modelo. Y tal como anunció nuestro vicepresidente, en el caso concreto de la baja de los precios del petróleo, fue muy gráfico al mencionar que enfrentaremos este periodo extrayendo volúmenes aún más grandes para exportar, es decir continuamos con esta lógica de dependencia que nos lleva al agotamiento de nuestros recursos.

(EP). ¿De qué manera deberíamos empezar a mirar y enmarcar al fracking en un debate nacional?
(JC). El fracking es un negocio en sí. Más que la obtención de recursos energéticos, las relaciones de costo/beneficio sólo son positivas en caso de aplicarse masivamente, y aun así el objetivo de las transnacionales es consolidar estas operaciones para la compra/venta de insumos, control territorial y otros aspectos.
Es un tema de debate que se está visibilizando con la actual crisis. Esto incluye posiciones geopolíticas –ejemplo el caso europeo- y de mercados de venta. En sí, el fracking viene con un paquete de sorpresas y que debería llevarnos a reflexionar y discutir más allá de los impactos ambientales, sino para comprender la integralidad del objetivo de su desembarco en la región.

El Perfil: Jorge Campanini es ingeniero ambiental y desde hace varios años forma parte del equipo de investigación sobre recursos naturales del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).

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