Bolivia despertó ayer con un panorama sombrío frente al gasolinazo anunciado el domingo. La tensión estaba marcada por el anuncio de un paro nacional del transporte y movilizaciones en el eje central del país. Sin embargo, el Gobierno se anticipó enviando a sus ministros para calmar los ánimos en las ciudades del eje central y en horas de la tarde el transporte público volvió a las calles, pero con un ‘tarifazo pactado’.
Hubo dos bloqueos de vecinos que reclamaron por el incremento en el precio de la gasolina, el diésel y otros combustibles. Asimismo, a las 17:00, un grupo de instituciones, entre ellas Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo, se congregó en la plaza 24 de Septiembre para protestar, pero la convocatoria fue mínima, sólo siete personas. La movilización fue aislada y encontró a la población todavía recuperándose del feriado navideño.
Entre tanto, el ministro de Hidrocarburos, Fernando Vincenti, llegó ayer a Santa Cruz y confirmó que estuvo negociando la nueva tarifa con los dirigentes del transporte público. Así, los choferes incrementaron el costo del boleto de Bs 1,50 a 2,50 y 2,70 (nocturno) y aclararon que se trata de un valor transitorio, hasta que lo determine la Autoridad de Fiscalización y Control Social del Transporte.
Durante la mañana, los vecinos optaron por los vehículos de las Fuerzas Armadas o trufis improvisados para trasladarse a su fuente laboral. Los taxistas, que en su mayoría utilizan gas natural vehicular, aprovecharon la desesperación y cobraron de más.
En los mercados todavía se mantienen los precios de los principales productos, pero los vendedores consideran que desde hoy se sentirá el efecto. Mientras, la industria está analizando cómo incidirá en su estructura productiva.
Uno de los sectores más afectados es el agro, que estima un alza en sus costos de producción de hasta $us 90 millones anuales.
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