Cuando el hombre más importante del mundo del petróleo dice algo, la gente presta atención. Pero el usualmente distante Ali al-Naimi, ministro del Petróleo de Arabia Saudita, tomó por sorpresa a los observadores del mercado la semana pasada cuando hizo algo que nunca haría normalmente: menospreciar al mercado.
En lugar de infundir calma en un momento en que el precio del petróleo ha caído a su nivel más bajo en cinco años y medio hasta alrededor de los 50 dólares por barril, los enérgicos y en ocasiones belicosos comentarios del Naimi sólo lograron estimular a continuar vendiendo a aquellos que apuestan por los bajos precios.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), encabezada por su mayor productor y eficaz líder, Arabia Saudita, no recortará la producción para levantar los precios, dijo Naimi, reafirmando la decisión del cártel en su reunión de noviembre de mantener su meta de producción de 30 millones de barriles diarios. Pero eso no fue todo. Sus comentarios, en una serie de entrevistas, fueron más allá de simples declaraciones oficiales.
Naimi dijo que: recortar la producción ya no es del interés de los productores de la OPEP; el precio del petróleo podría no volver a alcanzar 100 dólares por barril; aunque los productores que no pertenecen a la OPEP llegaran a un acuerdo sobre los recortes, el cártel no cambiaría de rumbo; los productores cuyos costos son altos pueden tratar de resistir, pero el financiamiento, tarde o temprano, se agotará.
Ya sea que sus palabras fueran simplemente bravuconería o expresión de una estrategia bien pensada para eliminar del mercado parte de la producción de alto costo, representan un intento por recuperar el control de una situación que, según muchos de los participantes de la industria, ha tomado por sorpresa a Arabia Saudita.
Y el mensaje es simple. Las compañías de energía y los financieros que han invertido en la producción de alto costo, desde los yacimientos de esquisto estadounidense hasta la producción de los yacimientos en aguas profundas de Brasil, deben darse cuenta de que no vale la pena.
Una persona que ha recibido información de parte de las autoridades saudíes dijo que se ha informado a la compañía nacional de petróleo del país para que se prepare para al menos dos años de bajos precios del petróleo, algo a lo que también se refirió el jueves el ministro de Finanzas del reino.
De hecho, después de liberar el presupuesto de 2015, Ibrahim al-Assaf, ministro de Finanzas de Arabia Saudita, dijo: "Tenemos la capacidad de soportar los bajos precios del petróleo a un mediano plazo” de hasta cinco años, incluso si eso significa utilizar las reservas fiscales para cubrir un gran déficit.
Pero las declaraciones de Naimi de que Arabia Saudita y otros productores del Golfo tienen el control de la situación se basan en la creencia de que ellos no sólo tienen las reservas y la capacidad disponible, sino también las relaciones con los bancos y el acceso al financiamiento que otros productores – de dentro y fuera de la OPEP – no poseen.
Otros miembros de la OPEP con menor seguridad financiera, desde Irán hasta Argelia, ya expresaron su preocupación sobre la estrategia de Naimi diciendo que es un juego de azar. Naimi también tendrá que convencer a la población de Arabia Saudita y los inversionistas nacionales que ya se han acostumbrado a los beneficios de los altos precios del petróleo, que van desde el aumento de los valores de las propiedades hasta la prosperidad de los mercados bursátiles.
La mayoría de los observadores del mercado esperan que los precios del petróleo aumenten con el tiempo. Aunque algunos dicen que será en el segundo semestre de este año, otros dicen que será en 2016. El propio Naimi dijo que la caída de los precios es temporal, pero lo que esto significa exactamente es aún una incógnita.
Incluso si Arabia Saudita cree que de 60 a 80 dólares por barril es un nivel aceptable para los precios en el futuro previsible, ¿qué sucedería si los precios caen mucho más, afectando las inversiones? El resultado que tendría el movimiento de los precios en la dirección opuesta conforme la producción disminuye drásticamente tampoco es claro.
Los riesgos del suministro siguen siendo un punto importante. Hay que tener en cuenta que hay un exceso de oferta en el mercado del petróleo, pero no es eso lo que se hizo evidente en el período 2008-2009. Además, la demanda disminuyó, pero no se despeñó. Agreguemos esto a los cortes en Libia (los incendios que asolaron la terminal petrolera más importante del país africano en los últimos días muestran que el riesgo geopolítico aún está latente) o a las consecuencias de cualquier incumplimiento venezolano, o al impacto de mayores caídas de precio del petróleo en países como Nigeria y Rusia, y un escenario diferente podría surgir de repente.
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