martes, 17 de julio de 2012

Javier Mansilla, exgerente general de YPFB, habla sobre los últimos hechos de corrupción que empañan a la petrolera.

Javier Mansilla, ha sido gerente general de YPFB, trabajó en yacimientos unos 15 años hasta la época de los '90, en una época donde había llegado a consolidarse como empresa en todos los ámbitos.

Amablemente nos recibió en su casa, para conversar y darnos su opinión acerca de los últimos hechos de corrupción que aquejan a la estatal petrolífera, como también qué es lo que lo causa, y qué podemos hacer como país.

¿Cuál es su opinión respecto a los casos de corrupción de YPFB?

La corrupción siempre ha existido, hay en este Gobierno, ha habido en los gobiernos anteriores, los hay en Brasil, Argentina, y generalmente no deja huella. En este sentido, los dos hechos concretos que se han destapado dentro de YPFB (Santos Ramírez y Gerson Rojas) se han descubiertos por hechos fortuitos, por un accidente. Esto nos dice que la corrupción sigue, y que no ha habido cambio.

¿Qué puede hacer un país para mejorar en este aspecto?

Debe tener buenos profesionales e idóneos, porque tanto la profesionalidad y el ser idóneo no surgen de la nada. No se puede improvisar acerca de la capacidad profesional. Además, fallan los controles porque existen temas de injerencia política. Desde el momento en el que la política quiere prevalecer sus intereses en la administración pública, ahí obviamente el administrar público ve que su tiempo en la institución o empresa son días contados, entonces la gente hace cualquier cosa. Cuando hay continuidad, cuando el administrador es bien remunerado, con personal y bien entrenado de acuerdo a su capacidad y no de acuerdo a las políticas, entonces obviamente son mejores las cosas.

¿Qué falla en la parte de fiscalización?

En este último hecho de corrupción, están llevando el caso a La Paz, el Gobierno hace todo lo posible para manejar la situación de manera reservada. Esto porque los dos proyectos, de Río Grande y en el Gran Chaco están dirigidos a la producción de gasolina y de gas licuado de petróleo (GLP) (gas de garrafa), del cual ya somos importadores desde hace años debido al déficit de esta producción. Si la investigación complica las adjudicaciones, porque ya hay una planta en construcción, la de Río Grande por la empresa argentina Astra Evangelista SA (AESA), puede llegar al punto que se paralicen las obras, y si esto ocurre no vamos a tener más GLP como estaba previsto para el próximo año, y el déficit de GLP y gasolina va a ser mucho más grave. Esto nos hace recuerdo de la necesidad que tiene el Estado de tener bajo control toda investigación.

¿Cómo estamos en el tema de exploración y de reservas?

El grueso de la exploración está concentrado en lo que se llama el área tradicional, poco se está haciendo en áreas nuevas porque hay mucho más riesgo, debido a las condiciones del país que no son las mejores, entonces las empresas están reacias a hacer inversiones de alto riesgo. En cuanto a las reservas, esto es un tema bien dinámico que depende mucho de la inversión que se haga. Sería lo ideal tener un margen de reservas para los próximos 20 años.

Mañana llega la presidente Argentina a Cochabamba, para establecer el “nuevo precio de la venta de gas” ¿Qué opina?

No conozco exactamente la agenda de la presidente de Argentina, pero los precios del gas ya están acordados en un contrato, al igual que los precios con Brasil. Estos precios obedecen a la fluctuación del precio del petróleo en el mercado internacional.

¿Es factible la industria petroquímica?

He leído que existe el proyecto de una planta de urea en Cochabamba, donde se habla de producir 650 mil toneladas de urea por año. De esa cantidad el mercado interno, haciendo un gran esfuerzo, podría llegar a consumir 50 mil toneladas. Entonces 600 mil toneladas tuvieran que ser para exportar.

La pregunta es ¿cómo va hacer Bolivia para sacar 600 mil toneladas por año. Esta cantidad significa 1.600 toneladas por día. Necesitaríamos 70 trailer con 25 toneladas cada uno, sólo para salir una vez, Bolivia no tiene esta capacidad logística de transporte. Vemos que actualmente las exportaciones de soya tienen problemas.

La lógica de una planta de esta envergadura sería instalarla en la frontera con Argentina o Brasil para que lo grueso de la producción ya esté en el otro lado, creo que la ubicación de la planta está totalmente errada.

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