Argentina y Brasil tienen un consumo de gas natural de 4.800 y 4.200 MPCED respectivamente. Argentina importa un quinto de su consumo a través de sus terminales de regasificación de gas natural licuado (GNL) con un 42% y desde Bolivia un 58%.
En el caso de Brasil casi la mitad de su consumo es gas boliviano, se estima hasta en el 40% y un 60% es GNL.
Entonces, ante la creciente demanda de gas y con el fin de proveer su autoabastecimiento, los dos países cursan proyectos de producción de gas de esquisto (‘shale gas’). Como es conocido, Argentina cuenta con las segundas reservas mundiales del ‘shale gas’ técnicamente recuperables, 802 TPC, y Brasil con 245 TCP mantiene el décimo lugar a escala mundial.
Con la entrada en producción del shale gas argentino previsto a partir de 2017 y el desarrollo de campos productores y shale en Brasil, en el corto plazo, el mercado regional del gas cambiará y mostrará a Argentina como el principal exportador de la región y Brasil como gran competidor por los mercados externos, desplazando el gas boliviano y el GNL.
Así, Bolivia tal como lo ha hecho Perú, y de seguro lo hará Venezuela, deberá buscar alianzas estratégicas y socios financieros que le permitan abarcar otros mercados, reponer reservas e iniciar el desarrollo del GNL para ir a mercados lejanos.
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