Las alicaídas autoridades mexicanas admitieron que la histórica licitación para abrir el sector petrolero del país a los inversionistas privados por primera vez en 80 años había quedado muy por debajo de las expectativas después de que se adjudicaron sólo dos de los 14 bloques de exploración que fueron puestos en oferta.
A pesar de las esperanzas del gobierno de atraer una gran variedad de compañías y ganar alrededor de 18 mil millones de dólares por inversiones si se hubieran adjudicado todos los bloques el miércoles, el mismo consorcio que forma el grupo mexicano Sierra Oil & Gas (Talos Energy de Estados Unidos y Premier Oil del Reino Unido) obtuvo los dos bloques.
El Gobierno se veía optimista y tenía la esperanza de adjudicar, al menos, el 30 por ciento de los bloques y continuó enviando mensajes de Twitter expresando su objetivo incluso cuando estaba claramente fuera de su alcance.
"¿Qué salió mal?", preguntó Juan Carlos Zepeda, director de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la cual está a cargo del proceso de licitación. "Tendremos que reflexionar sobre esto".
Aunque cierto número de grandes compañías petroleras, incluyendo ExxonMobil, Chevron, Total y BG, habían precalificado para participar en la subasta, solamente Statoil de Noruega fue una de las grandes que se presentó a la puja, y fue derrotada en el único bloque por el que hizo una oferta.
Lourdes Melgar, subsecretaria de hidrocarburos, dijo que no le había sorprendido y que esperaba que compañías de renombre hubieran seguido de cerca el proceso de licitación, esperando sus oportunidades en las subastas posteriores.
Los activos de aguas profundas en el Golfo de México se consideran el gran premio, y se espera que se subasten a inicios del próximo año.
Los ejecutivos dijeron que el gobierno había perdido una oportunidad al fijar el umbral mínimo de puja demasiado alto.
"Pudieran haber adjudicado cinco o seis", dijo Iván Sandrea, presidente ejecutivo de Sierra, al Financial Times. "No creo que fueran codiciosos... esto es parte del proceso de aprendizaje".
Miguel Messmacher, subsecretario de ingresos, dijo al Financial Times que era "demasiado pronto" para saber si los requisitos de las fuertes garantías corporativas habían ahuyentado a los inversionistas o si se le deberían hacer cambios al requisito mínimo por bloque, que en cuatro casos resultó mayor que las únicas ofertas presentadas. Se efectuará una autopsia completa.
Para tranquilizar a los escépticos que temían que las joyas de la corona de México estuvieran siendo vendidas muy baratas a los inversionistas internacionales, Zepeda hizo hincapié en que las ofertas ganadoras serían altamente lucrativas para el estado.
Entre el porcentaje de los beneficios de explotación antes de impuestos prometido en la subasta, una regalía, el impuesto sobre la renta y otros cargos, la cuota del gobierno será de por lo menos el 74 por ciento de uno de los bloques adjudicados, y el 83 por ciento del otro.
Un asesor del Secretario de Hacienda dijo que la oferta más baja recibida (de ONGC Videsh de India) hubiera producido una recaudación fiscal general de alrededor del 50 por ciento "y psicológicamente, querían que fuera superior al 50 por ciento".
Si los precios o la producción resultaran ser extraordinariamente altos, la cuota del Gobierno aumentaría en consecuencia, al 86 y 88 por ciento respectivamente, añadió Zepeda.
El Gobierno apuesta a su reforma energética para impulsar la decadente producción de petróleo de México y darle un impulso a su mediocre economía.
Zepeda dijo que el objetivo no era adjudicar los 14 bloques de exploración en las aguas poco profundas del Golfo de México a cualquier precio.
Pero tres ofertas (dos de un consorcio formado por Murphy Worldwide Inc de Estados Unidos y Petronas Carigali International de Malasia, y la otra de ONGC Videsh) estuvieron muy cerca del umbral fijado por el Gobierno, por lo que son un triste ejemplo de lo que se podía haber logrado.
Zepeda dijo que la caída de los precios del petróleo desde el año pasado, lo cual ha afectado los presupuestos corporativos de inversión, no había ayudado.
Pero como señaló Duncan Wood, director del Instituto de México del Wilson Center, los funcionarios habían hecho hincapié todo el tiempo en que las únicas licitaciones que probablemente se verían afectadas por la caída de los precios eran las de los prospectos de esquisto, no los de aguas poco profundas, que son baratos de desarrollar. "Creo que eso se debe considerar una excusa", dijo. "Los bloques en oferta simplemente no eran particularmente atractivos".
Algunas compañías que habían precalificado para participar, como Lukoil de Rusia, se retiraron del proceso, ya que estimaron que los activos eran poco atractivos. Otras se opusieron a las altas garantías corporativas requeridas por el Gobierno. Algunas consideraron los bloques demasiado pequeños. Sólo un bloque, por el que se recibieron cinco ofertas, tuvo una fuerte competencia.
Pero el Gobierno dijo que mantendría su calendario de licitaciones y que esperaba que la próxima subasta de reservas ya descubiertas en aguas poco profundas, el 30 de septiembre, fuera más exitosa.
Pablo Medina, analista de la consultoría Wood Mackenzie, señaló que el Gobierno había demostrado estar dispuesto a escuchar a la industria. Dos veces mejoró los términos de la licitación antes de la subasta del miércoles. "Esto fue casi un éxito", dijo.
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