Bolivia se ha constituido en un importante abastecedor de gas natural para sus dos sedientos vecinos, Argentina y Brasil. Ambos países se tornaron ávidos a importar no sólo gas de Bolivia, sino también cada vez más gas natural licuado (GNL) de varios puntos del planeta.
Argentina y Brasil tienen producción de gas natural y podrían haber elevado reservas y producción debido a que tienen la geología (onshore, offshore, convencional y no convencional) para hacerlo. Empero, sus marcos jurídicos, los monopolios estatales creados, políticas de precios internos, la escasa apertura a capital internacional y otros, han hecho que las inversiones para descubrir y desarrollar reservas e infraestructura no hayan sido suficientes.
No es que el gas no exista, lo que hay es un fuerte déficit exploratorio en ambos países y su ecuación de autoabastecimiento no es posible en un corto/mediano plazo.
Bolivia realizó importantes descubrimientos de gas hace más de una década y con su paulatino desarrollo ha podido cumplir con su creciente mercado interno y los dos mercados bajo contrato. Sin embargo, la exploración también ha sido deficitaria. Dos de sus más importantes megacampos (San Alberto y San Antonio) y campos menores están en proceso de declinación. Otro megacampo (Margarita) está siendo explotado al máximo para cumplir con los compromisos pactados. En breve deberá entrar en producción el último megacampo (Incahuasi), que en algo compensará las declinaciones señaladas.
Problemas de abastecimiento
Bolivia tendrá serios problemas para abastecer a sus sedientos vecinos si no se gesta la inmediata y masiva llegada de inversiones privadas que acompañen a la de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Necesita reponer cerca de un trillón de pies cúbicos (TCF) por año en la próxima década. Se está tratando de aprobar la Ley de Incentivos Económicos para acelerar nueva producción, en especial del bloque Incahuasi (Aquío/Ipati), que sin duda será valioso para que el déficit no sea crónico.
Esperemos que los incentivos en aprobación funcionen y se logre inyectar mucho capital de riesgo en exploración y, sobre todo, toca cruzar los dedos para que la geología sea favorable
El contrato con Brasil
En otro orden de cosas, el contrato Bolivia-Brasil fenece en julio de 2019. Es tiempo de empezar a renegociarlo y hay que ver qué trae a la mesa cada parte en materia de precios y marcadores referenciales, volúmenes, niveles de take or pay y delivery or pay, tarifas de transporte y otros, que serán parte de una muy dura negociación y conciliación.
La Presidenta de Brasil está cada vez más cerca del impeachment y no tiene la cintura política para hacer cesiones a Bolivia. Las negociaciones que haga y acepte la estatal Petróleo Brasileiro (Petrobras) y su equipo serán fiscalizadas muy de cerca por opositores y también por un sector empresarial bastante deprimido por la contracción económica. Muchos sectores en Brasil cuestionaron la poca firmeza con la que actúo el expresidente Lula cuando se produjo la nacionalización de los campos de San Alberto y San Antonio, operados por Petrobras . El tiempo político actual es muy diferente.
La relación con Argentina
Argentina y Bolivia tienen un contrato de gas que va hasta 2026. Argentina tiene un nuevo gobierno y nuevos actores con otra forma de pensar, más de negocios, más de empresa privada y de más claridad en los contratos que un proyecto de integración con matices políticos. Eso sí, Argentina necesita del gas de Bolivia y ésta necesita de los ingresos y el contrato seguirá adelante.
Sin embargo, cabe preguntarse ¿qué ocurriría en caso de que el anticipado déficit se cumpla? ¿Se recortará a Brasil, a Argentina o al mercado interno? ¿Brasil y/o Argentina serán aliados políticos para no aplicar multas y sanciones por el incumplimiento?
Como se anotó, el déficit exploratorio es profundo en los tres países y observamos que cada uno, a su estilo, está buscando desesperadamente capital privado para lograr más inversiones y acompañar a sus empresas estatales que no lo pueden hacer solas. Lastimosamente, lo hacen cuando las empresas internacionales y el sector petrolero no pasan por un buen momento debido a los precios deprimidos del petróleo.
Los tiempos políticos tampoco apoyan y la ecuación gasífera del Cono Sur se tornará más compleja en los próximos años. En tanto las inversiones no se gesten y la geología sea favorable, indiscutiblemente veremos más GNL entrando a Argentina y Brasil por sus costas. No es lo deseable, pero así están las cosas.
* Actual socio director de Gas Energy Latin America y Drillinginfo.
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