En abril se cumplen cinco años desde la publicación de aquel informe de la Administración de Información de Energía (AIE) de Estados Unidos, en el que se reveló un esbozo de las reservas de gas natural no convencional en 48 cuencas de esquistos, distribuidas en 70 formaciones geológicas alrededor del mundo. Un informe que removió las raíces del panorama mundial de la energía.
Ese primer informe dio paso a un segundo estudio que se publicó en junio de 2013. "Éste, extendió su ámbito de evaluación al potencial de reservas de petróleo de esquisto en las mismas cuencas”, afirma la edición 100 de la revista Petróleo&Gas, de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE) .
En ambos, la AIE pone a Bolivia en el puesto 17 en cuanto a reservas de gas de esquisto. En realidad, aparece con 109 trillones de pies cúbicos (TCF), de los que al menos 48 serían recuperables.
El gas de esquisto, no convencional o shale gas, se extrae con tecnologías muy costosas; se halla mezclado entre arcillas compactas o capas de carbón. El fracking (fractura hidráulica), creado para ir en busca de los últimos depósitos de gas natural alojados en lechos rocosos de extensas zonas, alentó una nueva fiebre de hidrocarburos.
El gas de esquisto representaba así una nueva y enorme fuente de combustible fósil. Rápidamente el fracking lideró la exploración y la perforación en Estados Unidos. El potencial anunciado por el informe dictaba la existencia de 7.299 TCF de shale gas en el mundo, de las que un 47% está en América y un 19,6% en Sudamérica.
El shale oil
El informe de junio de 2013, que identificó 170.200 millones de barriles (MMBbl) de petróleo de esquisto o shale oil técnicamente recuperables, frente a las reservas de 1,7 millones de MMBbl de petróleo convencional, dio un nuevo y más fuerte aire a los emprendimientos exploratorios. Se decía que de los 170.200 MMBbl el 50,9% está en el hemisferio americano y el 17,8% en Sudamérica.
Estados Unidos y Canadá comenzaron a extraer gas de sus reservas no convencionales. Y en Argentina, el tercero en el ranking de países con ese potencial, el gigante Exxon abrió sus oficinas en la provincia Neuquén, junto a Total, Petrobras, Pluspetrol, Apache y Repsol.
Y EEUU inició una competencia feroz con uno de sus principales proveedores: la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que domina aún los precios del crudo, y aumentó sus proyectos en busca de shales con los que pudo hallar reservas para atender su mercado interno.
La OPEP, por su lado, recurrió a la estrategia que aún ejecuta: no reducir la cantidad de oferta al mercado para competir así con la producción de EEUU, por lo cual los precios cayeron de los 100 dólares por barril a un promedio de 30 dólares en los últimos meses.
En el país, según versiones de la oficina de prensa del Ministerio de Hidrocarburos y Energía en 2011, se informaba que se había analizado que invertir en estudios al respecto no era prioritario, ya que en ese momento el gas natural convencional era de vital importancia. Para febrero de 2013, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) inició los estudios preliminares para establecer el potencial de reservas de shale gas en territorio nacional.
Se considera que hay shale gas en el Subandino Sur, que comprende la región del Chaco, parte de Bermejo y Camiri hasta Takovo, en Santa Cruz. Se estima como área potencial la cuenca del Río Madre de Dios, donde habría un reservorio de 500 metros de espesor que reúne las condiciones para albergar este tipo de energético.
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