Un grupo de empresarios bolivianos emprendió una "cruzada" para convencer al Gobierno del presidente Evo Morales de la conveniencia de producir biocombustibles para mejorar la economía y la calidad de vida en el país.
Contra viento y marea y con "armas pacíficas" que no pasan del análisis y la investigación, las principales organizaciones empresariales proponen generar un debate a nivel nacional y tratan de superar el rechazo del Ejecutivo, que ve en la generación de estos combustibles un riesgo para la seguridad alimentaria.
"Bolivia debe ver esta forma de energía como una oportunidad y no como una amenaza", afirmó a Efe el coordinador del proyecto de Biocombustibles del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Juan Carlos Lijerón.
Según los datos que maneja este instituto, la producción adicional de materia prima para biocombustibles generaría un fuerte "efecto empleo" de más de 100.000 puestos de trabajo directos e indirectos en los diferentes sectores productivos en un plazo máximo de 10 años y sin agredir al medio ambiente.
El IBCE, junto con la Cámara de Comercio e Industria de Santa Cruz (Cainco), está llevando a cabo una serie de iniciativas para promover la producción de "agroenergía" en el que es uno de los países más pobres de América Latina "bajo criterios de sostenibilidad".
"Los biocombustibles generados con racionalidad (...) podrían ser una efectiva contribución a la disminución del calentamiento global y un eficaz instrumento para el desarrollo económico de Bolivia", defiende el presidente del IBCE, Ernesto Antelo, para enfrentar las criticas del Ejecutivo sobre esta forma de generar energía.
En la introducción del proyecto "Bolivia: Estudio de Caso para la Mesa Redonda sobre Biocombustibles Sostenibles" que promueve este instituto junto con la Cainco, Antelo defiende que la producción de este tipo de combustibles supondrá "más empleo, más ingresos y más alimentos para los ciudadanos".
"No es posible que Bolivia sea una isla" en biocombustibles cuando hay deficiencias energéticas en el país", sostuvo Lijerón, para quien este tipo de generación energética serviría para "reducir el gasto de la importación de diesel fósil" y podría "llegar a garantizar el autoabastecimiento".
"Son una alternativa interesante a los combustibles fósiles y una oportunidad que valdría la pena discutir en lugar de irse al extremo de decir que todos sus aspectos son negativos", lamentó respecto a la posición del Gobierno de Morales.
El líder indígena ha reiterado en diversas ocasiones su oposición al uso de productos agrícolas para elaborar combustible por los "peligros" que supone para la seguridad de los pueblos, ya que, a su juicio, este tipo de energía influye en el alza de precios de los alimentos.
Según Morales, la producción de energía a partir de productos agrícolas serviría para "alimentar a la chatarra norteamericana y no a los hambrientos", tal y como señaló en julio de 2007 en una conferencia de prensa.
No obstante, los empresarios sostienen que existen alternativas para generar biocombustibles y "simultáneamente producir alimentos y mejorar las condiciones de vida de las personas" para lo que "habría que establecer disposiciones legales para regularlo", defendió el coordinador de esta área del IBCE.
"Algunas materias primas que no son alimentos (como el piñón o la palma) pueden contribuir a reactivar tierras que están improductivas o degradadas", señaló.
Lijerón explicó que se podrían producir biocombustibles en todo el territorio boliviano, si bien habría que llevar a cabo estudios para determinar qué materias primas serían más aptas.
Para el experto, frente al bioetanol "el biodiesel es más factible de desarrollar en los cuatro grandes grupos territoriales en que geográficamente se divide Bolivia: el altiplano, los valles, el trópico húmedo y el Chaco".
Sin embargo, planteó que se realice un análisis sobre las posibilidades de desarrollar estas energías "como una medida de paliar parte de la crisis energética que se avecina".
"Siendo que esto demanda inversión, el Estado debe concurrir con políticas que garanticen e incentiven (las investigaciones)", subrayó.
En este mismo sentido, el presidente del IBCE abogó por un "debate responsable del tema" que no sea sustituido "por su ideologización y politización"
Contra viento y marea y con "armas pacíficas" que no pasan del análisis y la investigación, las principales organizaciones empresariales proponen generar un debate a nivel nacional y tratan de superar el rechazo del Ejecutivo, que ve en la generación de estos combustibles un riesgo para la seguridad alimentaria.
"Bolivia debe ver esta forma de energía como una oportunidad y no como una amenaza", afirmó a Efe el coordinador del proyecto de Biocombustibles del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Juan Carlos Lijerón.
Según los datos que maneja este instituto, la producción adicional de materia prima para biocombustibles generaría un fuerte "efecto empleo" de más de 100.000 puestos de trabajo directos e indirectos en los diferentes sectores productivos en un plazo máximo de 10 años y sin agredir al medio ambiente.
El IBCE, junto con la Cámara de Comercio e Industria de Santa Cruz (Cainco), está llevando a cabo una serie de iniciativas para promover la producción de "agroenergía" en el que es uno de los países más pobres de América Latina "bajo criterios de sostenibilidad".
"Los biocombustibles generados con racionalidad (...) podrían ser una efectiva contribución a la disminución del calentamiento global y un eficaz instrumento para el desarrollo económico de Bolivia", defiende el presidente del IBCE, Ernesto Antelo, para enfrentar las criticas del Ejecutivo sobre esta forma de generar energía.
En la introducción del proyecto "Bolivia: Estudio de Caso para la Mesa Redonda sobre Biocombustibles Sostenibles" que promueve este instituto junto con la Cainco, Antelo defiende que la producción de este tipo de combustibles supondrá "más empleo, más ingresos y más alimentos para los ciudadanos".
"No es posible que Bolivia sea una isla" en biocombustibles cuando hay deficiencias energéticas en el país", sostuvo Lijerón, para quien este tipo de generación energética serviría para "reducir el gasto de la importación de diesel fósil" y podría "llegar a garantizar el autoabastecimiento".
"Son una alternativa interesante a los combustibles fósiles y una oportunidad que valdría la pena discutir en lugar de irse al extremo de decir que todos sus aspectos son negativos", lamentó respecto a la posición del Gobierno de Morales.
El líder indígena ha reiterado en diversas ocasiones su oposición al uso de productos agrícolas para elaborar combustible por los "peligros" que supone para la seguridad de los pueblos, ya que, a su juicio, este tipo de energía influye en el alza de precios de los alimentos.
Según Morales, la producción de energía a partir de productos agrícolas serviría para "alimentar a la chatarra norteamericana y no a los hambrientos", tal y como señaló en julio de 2007 en una conferencia de prensa.
No obstante, los empresarios sostienen que existen alternativas para generar biocombustibles y "simultáneamente producir alimentos y mejorar las condiciones de vida de las personas" para lo que "habría que establecer disposiciones legales para regularlo", defendió el coordinador de esta área del IBCE.
"Algunas materias primas que no son alimentos (como el piñón o la palma) pueden contribuir a reactivar tierras que están improductivas o degradadas", señaló.
Lijerón explicó que se podrían producir biocombustibles en todo el territorio boliviano, si bien habría que llevar a cabo estudios para determinar qué materias primas serían más aptas.
Para el experto, frente al bioetanol "el biodiesel es más factible de desarrollar en los cuatro grandes grupos territoriales en que geográficamente se divide Bolivia: el altiplano, los valles, el trópico húmedo y el Chaco".
Sin embargo, planteó que se realice un análisis sobre las posibilidades de desarrollar estas energías "como una medida de paliar parte de la crisis energética que se avecina".
"Siendo que esto demanda inversión, el Estado debe concurrir con políticas que garanticen e incentiven (las investigaciones)", subrayó.
En este mismo sentido, el presidente del IBCE abogó por un "debate responsable del tema" que no sea sustituido "por su ideologización y politización"
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