El comerciante tiene buen ojo y sabe qué productos se requieren en uno y otro de la frontera. Por supuesto que la venta de garrafas con gas licuado de petróleo (GLP), sigue siendo un buen negocio para quienes llevan este producto de Bolivia a Perú.
Quienes conocen el tema de comercio señalan que los productos básicos de primera necesidad son muchos, especialmente los artículos de la canasta básica, pero si hay un producto estrella es el GLP, que es ofrecido en las calles peruanas, como lo verificó EL DIARIO. Es fácil identificar este producto por el color del envase.
Una garrafa de GLP en el mercado nacional tiene un valor de Bs 280 bolivianos (envase y gas licuado); este mismo producto en el lado peruano tiene un costo que oscila entre Bs 350 y 380. En otras tiendas se vende a 150 soles y si uno busca puede encontrar hasta en 135 soles. En este momento el cambio es Bs 2,57 por cada sol. Los que conocen el negocio saben que por cada garrafa se gana cerca de Bs 150. Negocio nada despreciable.
En nuestro recorrido por la avenida Desaguadero del lado peruano vimos negocios con estas garrafas, lo mismo en la plaza denominada coronel Francisco de Bolognesi, Litoral, Junín entre otras, donde los comerciantes peruanos ofrecen de 8 a 30 garrafas de GLP boliviano que copan 90% de las garrafas con envase amarillo y el resto son garrafas peruanas de color azul, morado y celeste.
Para Francisca H, la venta de GLP peruano no es un buen negocio, porque le deja un margen pequeño de superávit. La gran demanda está en las poblaciones rurales de Puno y Llica. El negocio está en la adquisición del GLP boliviano que llega vía “Playa Azul” y se traslada en botes desde el lado boliviano en horas de la noche. Los únicos cómplices son los que ven la operación y callan, los que conocen y no dicen nada.
“Cuando hay fiesta o es de noche es cuando recibimos y lo vendemos hasta en 150 soles, dependiendo de la demanda, en las áreas rurales, que son quienes compran más GLP”, cuenta sin dar muchas vueltas sobre el tema.
Las garrafas bolivianas incluso pueden llegar del puente internacional de control, donde supuestamente funcionarios de Aduana Nacional, de Migración y la propia Policía, ejercen control, pero la falta de personal impide ver este contrabando durante las 24 horas del día. Ocurre que quienes deben realizar control se quedan al interior de sus oficinas sin percatarse la salida de productos de primera necesidad del lado boliviano.
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