El ex superintendente de Hidrocarburos, Carlos Miranda, declaró a la radio Erbol que la nacionalización defraudó las expectativas de la población.
Esta apreciación la hizo porque existe un nivel bajo en inversiones, producción de hidrocarburos; y -por otra parte- se incrementó la importación de carburantes líquidos. Existe, explica Miranda, una mayor dependencia del Estado a las empresas petroleras trasnacionales.
“La dependencia hacia las compañías operadoras transnacionales (...) se hizo mucho más fuerte porque en este periodo no hubo inversión. No se pudo convencer (a estas empresas) de que inviertan. Desconfían de todo y no invirtieron”, sostuvo.
Para Miranda, la nacionalización es sinónimo de independencia y personalidad propia; pero en los hidrocarburos se diluyó el proceso en comprar acciones de empresas e importar lo que antes se producía. “Lo que se hizo es enfermarlo al pobre país, se llegó al extremo de que por un lado vendemos gas y por el otro importamos gasolina. La solución a todo ha sido importar”.
Por su parte el analista Mirko Orgaz dijo a la radio Erbol que la nacionalización se redujo a la migración de contratos y se acrecentó la preeminencia de las transnacionales, principalmente de la brasileña Petrobras y la iberoargentina Repsol YPF.
En el caso de Petrobras, dijo, maneja “monopólicamente” los campos San Alberto, Itaú y San Antonio, de donde saca el gas y se destina al mercado de San Pablo, con cuyo energético, barato y limpio, se desarrolla el Brasil.
Mientras que Repsol YPF tiene preeminencia sobre los campos gasíferos de Margarita, Huacaya y hace poco sobre Sararenda. “Son dos empresas que siguen teniendo preeminencia sobre la actividad petrolera en el país”
Orgaz sugiere dotar a YPFB de una autarquía, es decir, sacarla del manejo político estatal de tal manera que cuente con una política integral en hidrocarburos.
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