sábado, 1 de marzo de 2014

Plantas separadoras y de GNL ¿son o no industrialización del gas?

Según una reciente nota de la Agencia de Noticias de YPFB, la estatal petrolera destinará este año “un monto histórico” de 695,87 millones de dólares a actividades de industrialización del gas natural. La nota detalla que, en plantas de separación de líquidos se programó 279,63 millones y en industrialización 416,24 millones de dólares.

Sin embargo, la Fundación Jubileo y varios otros analistas como el exministro de Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli, y el experto Saul Escalera, consideran que en realidad la mera separación de líquidos no cumple los requisitos para ser considerada industrialización.
Saúl Escalera, exgerente de la Gerencia Nacional de Industrialización (GNI) de YPFB, advirtió que existe una confusión conceptual en el discurso del Gobierno cuando se refiere a la industrialización del gas. El experto considera que decir que las plantas separadoras de líquido son en sí industrialización del gas natural en Bolivia es un “eufemismo”.
“Hace ya más de treinta años que en Bolivia existen plantas de separación de licuables en operación; en efecto, Caranda y Río Grande en Santa Cruz entraron en operación en 1980 y desde 1995 hay tres plantas operando en Bulo-Bulo, en Cochabamba. Luego, si la separación de los componentes licuables del gas natural boliviano es ‘industrialización’, entonces ¿hemos estado industrializando el gas natural desde hace treinta años?”, cuestionó Escalera.
Así, para el experto, el verdadero proceso de industrializar es “la actividad de transformación química de los componentes mayoritarios del gas natural boliviano para transformarlos en productos terminados de valor agregado y de utilidad a la sociedad”.
En este sentido, las plantas separadoras de Río Grande y Gran Chaco, así como la planta de GNL (gas natural licuado) que se construirá en Rio Grande (Santa Cruz), pueden constituir pasos importantes para lograr una próxima industrialización, así como para dotar del combustible a zonas recónditas del país, pero no constituyen todavía iniciativas industrializadoras en sí.
Por tanto, la fase de industrialización comenzaría realmente recién a partir de la puesta en marcha de la planta de urea-amoniaco de Bulo Bulo (Cochabamba), en 2015.
El exministro de hidrocarburos, Andrés Solíz Rada, reconoce que “la inversión en Bulo Bulo”, de 843.9 millones de dólares, “es la más importante en la historia económica de Bolivia. Nunca, anteriormente, hubo una inversión de esa magnitud, ni privada ni pública”, aunque también advierte que YPFB necesita transparentar su información, considerada como “restringida”.

Bolivia seguirá enviando gas rico pese a separadoras
Por un lado, la planta de Río Grande procesa apenas la quinta parte del gas enviado a Brasli, es decir, unos 5,6 millones de metros cúbicos diarios (MMCD) de los más 31 MMCD que se exporta al vecino país. La proporción es aún menor considerando el reciente contrato interrumpible por 2,2 MMCD.
Según analistas, el reducido tamaño y capacidad de la planta se debe a que el Adendum 4 del contrato de exportación de gas a Brasil (GSA), firmado por Carlos Villegas en 2009, ratifica las condiciones de esa exportación, originalmente acordadas durante el gobierno del extinto Hugo Bánzer.
Dicho contrato establece que el gas boliviano con destino a Brasil debe tener un poder calorífico de 1034 BTU (Unidad Térmica Británica), por lo que estamos obligados a enviar licuables con el gas exportado.
Así, el gerente de Plantas Separadoras de YPFB, Mario Salazar, confirmó que “en Río Grande no se está extrayendo etano. Solamente se va a producir GLP y gasolinas”, precisamente porque el contrato con Brasil obliga a exportar un gas con poder calórico más alto que a Argentina.

¿Se construirá otra planta separadora de mayor capacidad después del vencimiento del GSA?
Por otro lado, Salazar informó que en el caso de la planta separadora de Gran Chaco, se extraerá también el etano y propano para producir los derivados que permitirían una futura industria petroquímica. Sin embargo, hasta que no estén concluidas las plantas de etileno y propileno, se seguirá enviando etano y propano en la corriente de gas a Argentina, puesto que estos elementos no se pueden almacenar fácilmente.

Postergan información sobre ubicación de las plantas petroquímicas
El año pasado, el presidente de YPFB, Carlos Villegas, informó a El País que será un estudio el que defina la ubicación de las plantas, que inicialmente tenían que ubicarse en Yacuiba, cerca de la planta separador a de Gran Chaco. Villegas dijo que “Tecnimont está con la Ingeniería Conceptual y ese estudio va a determinar la localización de las plantas en el primer trimestre de 2014”.
Sin embargo, el vicepresidente de Administración, Contratos y Fiscalización de la estatal petrolera, Luis Sánchez, informó recientemente que el resultado de dicho estudio se conocerá recién en julio, pues Tecnimont entregará sus resultados durante el primer semestre a YPFB.
Esta información mantiene inquietos a varios sectores del departamento. Por su parte, el presidente del Comité Defensores del Chaco, Miguel Justiniano quien indicó que “lo razonable es que las plantas se instalen cerca de la materia prima que saldrá de la separadora, cerca de la producción de gas que también van a necesitar y próximo al mercado potencial”, y advirtió que “Sería una estupidez tener los líquidos en un sitio y tener que llevarlo a otro para su procesamiento porque aumenta los riesgos y encarece el producto”.
Según YPFB, la planta de Propileno y Polipropileno se encuentra en fase de ingeniería conceptual y la suscripción del contrato de Ingeniería, Procura y Construcción (IPC) está programado para el segundo semestre de este año. El inicio de operaciones está proyectado para el 2018. “La capacidad de la planta será de 350.000 TMD con destino al desarrollo del mercado de plásticos duros”, informó la empresa estatal.
Por su parte, el inicio de operaciones de la plata de Etileno y Polietileno está programado para el año 2022. “Esta planta utilizará como materia prima el etano que se va extraer de la planta de separación Gran Chaco. Son inversiones altas que se justifican, porque una vez se encuentren funcionando estas plantas, el perfil económico de Bolivia cambiará significativamente”, destacó Villegas. El etano y el propano permitirán la construcción de la planta de plásticos blandos.

¿Tarija seguirá teniendo la materia prima?

Actualmente, Tarija concentra el 90 por ciento de las reservas probadas de gas de Bolivia, que están entre los 9 y 11 TCF.
En este departamento también están los principales mega-campos en producción (Margarita, San Alberto, Sábalo), los que aportan con entre el 70 y 80 por ciento de la producción total del país. Aunque, según reiterados anuncios de YPFB, éstos están en un acelerado proceso de vaciamiento debido al incremento en la producción de excedentes para la exportación, por lo que las reservas actuales durarían unos 10 años (justamente las que concentra Tarija).
Y de acuerdo a afirmaciones del Vicepresidente Nacional de Operaciones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Jorge Márquez, Chuquisaca se convertirá, en unos 7 años, en el principal productor de gas del país.
Según Márquez, Huacareta es la esperanza más grande en cuanto a nuevas reservas en el país, con la que se estima llegar a los 13 o 14 trillones de pies cúbicos (TCF), mientras que Azero, también en etapa de exploración, y contaría con 6 TCF adicionales.
En otras palabras, en 10 años el gas tarijeño será minoritario comparado con el aporte de Chuquisaca. Mientras tanto, Tarija deja pasar el tiempo en cuanto a la sociedad con YPFB para la industrialización del gas, además de correr el peligro de escurrírsele de las manos el ser sede de las plantas petroquímicas que comenzarán a funcionar, precisamente, en los próximos 4 a 8 años.

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