miércoles, 17 de abril de 2013

Bonanza de hidrocarburos beneficia a actividades no productivas y rentistas


LA CONSTRUCCIÓN DE CANCHAS DEPORTIVAS NO REDINAMIZA LA ECONOMÍA PRODUCTIVA Y NO GENERA FUENTES DE EMPLEO SOSTENIBLES EN EL TIEMPO.

Un período de bonanza económica iniciado la década pasada ha llegado en forma de transferencias presupuestarias a los municipios del país y ha comenzado a beneficiar a grupos económicos que, sin embargo, no desarrollan actividad productiva ni reinvierten en el espacio local, sino que derivan esos ingresos a otras actividades económicas en la capital del departamento, según una investigación coordinada por el politólogo Diego Ayo, difundida por el periódico digital del Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB).

La investigación parte de la constatación de que la bonanza económica por la venta de hidrocarburos derivó en una alta circulación de dinero en efectivo, pero que no fluye a través de encadenamientos productivos, sino hacia actividades rentistas mediante canales fiscales de gobiernos municipales, gobernaciones y el gobierno central.

Así es como el dinero de la venta del gas termina en un municipio. La pregunta es ¿qué grupos o sectores están ganando con esta bonanza?, más precisamente ¿qué elites económicas y elites políticas se están formando y/o terminando de surgir en estas circunstancias? Una hipótesis es mirar hacia el sector productivo, pero la respuesta es un contundente 'no', cuestiona el estudio.

Los investigadores Marcia Fernández Morales, Ana María Kudelka Zalles y Carlos Moldiz desarrollaron el estudio "Municipalismo de base estrecha: empresarios no-locales, empresarios golondrina y empresarios políticos como estandartes privilegiados de la descentralización municipal", coordinados por Diego Ayo, en el marco de la convocatoria preparada por el PIEB y financiada por la Embajada del Reino de los Países Bajos, denominada "Reconfiguración económica y social en la articulación urbano-rural de Bolivia: 1998-2010".

CIUDADES INTERMEDIAS

El estudio se concentró en los gobiernos municipales de Viacha, Quillacollo y La Guardia, cada uno con más de 50 mil habitantes, próximos a ciudades capitales y con acceso privilegiado al mercado. Las licitaciones a cargo de esos municipios han creado condiciones objetivas básicas para fortalecer a sectores económicos que no salen del marco primario exportador, no reinvierten en esos municipios, son rentistas y su actividad no redunda en mayor empleo ni productividad.

El contexto de las licitaciones muestra transferencias de 1,3 mil millones de bolivianos a los municipios en 2001, monto que para la gestión 2012 había subido a 10,7 mil millones de Bolivianos. Un "crecimiento de las transferencias gigantesco" que equivale a 808%, mientras que "las proyecciones sobre la bonanza del gas impiden creer que estos montos sufran merma alguna" en el futuro próximo.

Ese dinero en los municipios se canaliza hacia pequeñas empresas de servicios, comercio, transportes, consultoría y construcción. Diego Ayo afirma que el perfil de estas empresas no tiene que ver con potenciar la industria, la agroindustria o el aparato productivo, sino con sostener a sectores tradicionalmente ubicados en la economía de base estrecha.

El estudio muestra cálculos para las siguientes gestiones en función al precio del gas y a su producción. El porcentaje de incremento anual de los ingresos municipales es de 18,6% entre 2006 y 2012. El coordinador del estudio dice que si se mantuviera este incremento en 2014 habría 15 mil millones de Bolivianos en licitaciones y en 2020 habría unos 20 mil millones de Bolivianos.

Pero no se fomenta la economía industrial, y las licitaciones tampoco generan elites al interior del municipio ni derivan en reinversiones locales. Nuevamente se beneficia a empresas de la ciudad capital o empresas extranjeras, sin producir empleo en niveles locales.

"Tienes el polideportivo, juegan todos fútbol, pero eso no re-dinamiza la economía en ningún sentido, no es inversión sostenible en el tiempo. Aquí se bifurca el camino, o los gobiernos municipales siguen invirtiendo en este tipo de obras que generan elites no locales y no productivas, o se hace inversión productiva", dice Ayo.

Esta última opción cuenta con resortes legales vigentes y que no necesitan ser inventados, como las normas que permiten generar fondos concurrentes, fondos de inversión, fondos crediticios, la posibilidad de constituir empresas público-privadas, la apertura para transferir recursos a empresarios privados para asistencia técnica y capacitación, la posibilidad de entregar capital semilla a nuevas empresas, la apertura para generar hospitales de empresas. El coordinador reflexiona: "No estoy diciendo que no hagamos construcciones y polideportivos, pero como alcalde al menos un 15% a 20% debería apartarlo de mi presupuesto para inversión productiva".

CAPITALISMO POLÍTICO

La característica económica descrita tiene también un sustento político que se expresa en rasgos de autoritarismo subnacional, el neopatrimonialismo y el capitalismo político. En el primer caso se tiene a una autoridad (puede ser Alcalde) que cumple con las leyes y reglamentos frente a los organismos de supervisión (Ministerio, inspecciones) y respeta el Estado de Derecho "hacia arriba", pero en su relación "hacia abajo" con las empresas concursantes en licitaciones "se maneja con criterios de flexibilidad absoluta". Se identifica además un rasgo de neopatrimonialismo cuando se consolidan alianzas no programáticas (fuera del partido o la ideología política) sino clientelares en función del negocio y beneficio mutuo; al mismo tiempo se desarrolla un capitalismo político cuando se selecciona a las empresas no por su calidad de propuesta, sino por formar parte de redes informales.

"De ese modo -sintetiza Diego Ayo-, la cosa va así: se parte de una economía de base estrecha, se vive una bonanza enorme que debería servir para revertir esa base estrecha; se transfiere recursos a los gobiernos municipales; estos lo usan en actividades que consolida rasgos de esa economía: bajo crecimiento, no entrelazamiento entre sectores transables y no transables y preservación de la desigualdad; es decir, se retorna, a pesar de tanta plata transferida, a la economía de base estrecha. Se cierra el círculo vicioso y aquí no pasó nada".

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