Poco tiempo después del terremoto de 2010, Hugo Chávez, el fallecido líder venezolano, anunció que perdonaría la deuda petrolera de Haití de 395 millones de dólares con su país y que le continuaría proporcionando petróleo con condiciones de crédito generosas.
“Haití no tiene ninguna deuda con Venezuela; al contrario, Venezuela tiene una deuda histórica con Haití”, dijo.
Mencionó el apoyo de Haití hacia el héroe venerado de la independencia del siglo XIX en Venezuela, Simón Bolívar. Nexos históricos entre los dos países incluyen el hecho de que la bandera venezolana fue diseñada y ondeó primero en Haití.
En 2010, los precios del petróleo estaban a un nivel tan alto como el fervor revolucionario de Chávez. Caracas podía cubrir las necesidades de energía de Haití enviando 14.000 barriles de petróleo diarios a precios favorables y términos de pago suaves a cambio de apoyo político. Ahora, los precios del petróleo han caído a la mitad desde el año pasado y la economía de Venezuela está en recesión, luchando contra una inflación galopante y escasez de alimentos.
Muchos temen que Nicolás Maduro, quien se convirtió en presidente después de la muerte de Chávez hace dos años, tendrá que repensar su herencia de un acuerdo generoso de petróleo, llamado Petrocaribe, que apoya a más de una docena de países en América Central y el Caribe. Los críticos del Gobierno insisten en que Maduro termine con estos subsidios.
Eurasia, la consultora de riesgos, anunció en un reciente reporte: “La iniciativa de Petrocaribe probablemente se vaya terminando gradualmente, mientras el Gobierno continúa proporcionando alguna ayuda para sus socios más estratégicos.
Una reducción de la ayuda venezolana tendría importantes ramificaciones políticas para los países miembros, propiciando que busquen recursos alternativos en otros lados”.
Los embarques de petróleo a Haití de Venezuela han sido bastante constantes en los últimos años. Sin embargo, lo que Haití paga por adelantado depende de los precios de mercado. El resto se regresa en un período de hasta 25 años. Cuando el precio del crudo está a 100 dólares o más por barril, Haití paga 40 por ciento y financia el restante 60 por ciento. Si el precio baja a 50 dólares o más por barril, las condiciones se revierten. Cuando se encuentra por debajo de 50 dólares por barril, Haití sólo puede financiar el 30 por ciento, difícil para un país empobrecido donde el financiamiento de Petrocaribe representó el cuatro por ciento del producto interno bruto de Haití el año pasado. Si Petrocaribe termina mañana, “terminaremos asfixiados”, sostuvo un funcionario sénior del Gobierno haitiano.
Para Wilson Laleau, ministro de Finanzas de Haití, “Petrocaribe es un apoyo extraordinario, ha sido muy útil”. Hace un mes Adrienne Cheasty, directora adjunta del FMI, escribió que “aun si los precios más bajos absorben parte del shock, Haití, al no tener acceso al mercado, reservas amplias ni mercados domésticos profundos, tal vez necesite hacer ajustes”.
Ya lo está haciendo, recortando recientemente su presupuesto por 11 por ciento, “debido a una reducción de recursos provenientes del plan”.
El FMI estima que Haití le debe a Venezuela cerca del 15 por ciento de su PIB. “Estaba claro que teníamos un problema cuando Chávez se enfermó”, manifestó René Jean-Jumeau, el anterior secretario de Estado de Energía de Haití, dado que el 75 por ciento de la generación de energía de Haití viene del petróleo. “Al menos Petrocaribe creará un doble problema al poner los fondos del presupuesto y seguridad energética en riesgo”, añadió.
“Petrocaribe ha sido una bendición y una maldición para Haití”, recalca un funcionario sénior de una organización de donación internacional, que critica la mala supervisión de los fondos. Es un punto de vista compartido con Mary Barton-Dock, Enviada Especial para Haití del Banco Mundial, que ha dicho “la transparencia en el uso de los fondos de Petrocaribe es mínima”.
Pero el Gobierno de un país que debe 86 por ciento de su deuda exterior a Venezuela (devengado desde el perdón de la deuda en 2010) argumenta que los fondos de Petrocaribe están bien vigilados y se han invertido en proyectos sociales y de infraestructura. Al contrario de la ayuda exterior principal, Jean-Jumeau, dice que el dinero de Petrocaribe es “menos demandante, ofrece más flexibilidad para operar y permite el financiamiento de una estrategia propia para el país”.
Incluso si los términos de crédito se endurecen, muchos creen que Maduro mantendrá a salvo a Petrocaribe, que ha dado a Caracas apoyo político en foros como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Dado que el presidente Maduro parece apoyar el arreglo de Petrocaribe, creemos que la administración tiene fuertes intenciones de continuar estos acuerdos”, escribió Moody’s en un informe acerca del plan el año pasado. “Sin embargo, su habilidad para continuar apoyando países indefinidamente está debilitándose”, acotó.
Para el alivio de Puerto Príncipe, los analistas y las personas informadas sobre la industria energética en Caracas creen que Haití sería uno de los últimos países en dejar de recibir la ayuda venezolana. “Decir que no pueden seguir ayudando a sus hermanos haitianos sería lo mismo que decir que el legado de Chávez ha fallado”, explica un experto en energía basado en Venezuela. “Chávez no lleva suficiente tiempo muerto para que puedan admitir eso”.
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