El año 2030 es la fecha tope puesta por el Gobierno para modificar la matriz energética del país en su totalidad, el objetivo es sustituir el consumo de hidrocarburos líquidos como el diésel y el Gas Licuado de Petróleo (GLP), que son subvencionados, por el consumo de gas natural en industria, comercio, transporte y viviendas.
Si bien hay avances en pos de ese objetivo, como en el caso de la instalación de redes de gas domiciliario, que hasta julio pasado llegaron a 417.041 en todo el país, hay falencias como la falta de un manejo integral del tema, educación a la población, instalación de infraestructura, subvenciones que estimulan mal uso y falta de difusión del proyecto.
En un breve balance de lo logrado hasta ahora, el analista económico, Juan Carlos Zuleta, ve indudables avances con la instalación de gas a domicilio, pero también hace notar que detrás de esa eficiencia hay motivos electoralistas, pues la ciudad con mayor cantidad de instalaciones es El Alto, una plaza fuerte del actual Gobierno con miras a las elecciones presidenciales de 2014.
Entre enero y julio de este año se realizaron 40.000 instalaciones de gas domiciliario y se prevé doblar la cifra para fin de año, según datos de la Gerencia Nacional de Redes de Gas y Ductos de YPFB.
En el impulso del uso doméstico del gas natural, la falta de educación es una falencia que identifica el exsuperintendente de Hidrocarburos, Hugo de la Fuente, pues señala que para que el uso del gas natural se masifique en el ámbito doméstico, es preciso que el usuario adopte el uso del gas natural más allá de la cocina, ya que también puede usarlo para el aire acondicionado, calefones y otros usos domésticos que suponen una mejor calidad de vida.
“Se está haciendo un esfuerzo de inversión, pero no se está educando a la gente en el uso óptimo del gas natural”, apunta.
En el transporte, el avance en la conversión vehicular como parte del cambio de la matriz energética no es el más óptimo, pues de acuerdo con los datos de la Entidad Ejecutora de Conversión a Gas Natural Vehicular (EEC-GNV), sólo 24 por ciento de los más de 1,2 millones de vehículos del parque automotor del país fue convertido a gas. Zuleta apunta que esto se debe al elevado costo que supone la conversión, ya que no sólo hay que cambiar el motor a diésel por otro a GNV, sino también implica cambiar otros accesorios.
El especialista y exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, hace notar que el avance en la conversión a GNV ha sido limitado pese a que la instalación es gratuita.
De la Fuente, considera que hubo una “evolución interesante” en el uso del GNV en el transporte; sin embargo, las cifras aún son bajas y se necesitan políticas más agresivas. Además, considera que el GNV también debería llevarse a poblaciones fronterizas.
Para De la Fuente, también hay que mejorar la infraestructura debido a que si bien, en La Paz, se ha invertido considerablemente en la transformación a GNV, sólo cuatro surtidores abastecen a toda la ciudad y el tiempo que un vehículo demora en cargar es de 45 minutos a una hora.
Añade que otro de los inconvenientes es el “incentivo perverso” que supone la subvención a los combustibles, pues mientras la gasolina siga costando un tercio de lo que cuesta en los países vecinos, supondrá un incentivo para que la gente la contrabandee o a que siga aumentando el parque automotor.
En lo referente a la industria, Zuleta apunta que si bien el uso de gas natural puede optimizarse en este rubro, lo que se debe evaluar es el costo del transporte de gas gasta los sitios donde no hay gasoductos. Por tanto, en esos casos, el GNL vuelve a ser una opción. “El GNL puede ser una opción para todos los rubros, pero esto pasa por un análisis riguroso”, afirma.
De la Fuente destaca que es notorio el hecho de que el uso del gas natural en la industria actualmente llegue a 10 millones de metros cúbicos diarios (MMCD) cuando en 2004 a 2005 era de 4 MMCD; “pero aún no es suficiente, esos volúmenes deberían aumentar, el problema es que la infraestructura de transporte está en su tope”, dijo.
Ríos afirma que si bien en el ámbito doméstico y comercial se están haciendo grandes avances, los volúmenes de gas natural utilizados son ínfimos para considerar un cambio en la matriz energética.
Finalmente, la falta de difusión también es observada por De la Fuente, pues señala que una política en materia de hidrocarburos, en principio, debe ser difundida entre los sectores involucrados y su implementación debe ser de conocimiento público y su ejecución debe ser transparente y accesible al público para que la presión ciudadana haga que se realice en el tiempo y con los objetivos propuestos.
Ante ese panorama, para el especialista en hidrocarburos Bernardo Prado, el cambio en la matriz energética tiene más retrasos que avances debido a factores como la burocracia, falta de coordinación, o la falta de planificación inicial que hace que se fijen grandes objetivos que luego quedan reducidos en sus logros.
Zuleta considera que para lograr un efectivo cambio es preciso diseñar un plan estratégico de transformación de la matriz energética, una tarea que requiere de una visión de conjunto.
Así, lo que se necesita es realizar un balance energético en Bolivia, es decir un estudio que señale las fuentes de energía que se disponen y los usos que se les va a dar, concluye.
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