El diésel importado de Venezuela puede tener niveles peligrosos de azufre en una cantidad siete veces superior a lo permitido por normas internacionales en un litro. Esto puede ser peligroso para la salud humana y para el funcionamiento de los motores de los vehículos.
Así lo revela un análisis de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico (Swisscontact), sobre la base de estudios internacionales.
El superintendente de Hidrocarburos, Guillermo Aruquipa, informó a principios de año que la importación de diésel venezolano subirá de 350.000 a 400.000 barriles diarios.
La Prensa no pudo obtener un criterio de la reguladora sobre el estudio.
Este combustible se distribuye en todo el país, y el resultado de un análisis hecho por el “Proyecto Aire Limpio”, de Swisscontact, concluyó que en seis ciudades grandes no se pudo encontrar muestras de contaminación del carburante, aunque existen indicios de que el producto se lo envía a las áreas agrícolas donde está pendiente el análisis.
El estudio, que tomó como referencia a 34 surtidores de las ciudades de La Paz, El Alto, Santa Cruz, Oruro, Tarija, Sucre y Cochabamba, entre el 12 de diciembre de 2007 al 11 de febrero de 2008, intentó obtener una muestra del diésel venezolano para mostrar su nivel de azufre; sin embargo, no pudo lograr este objetivo.
El director nacional de Swisscontact, Freddy Koch, explicó que “ellos (la Superintendencia de Hidrocarburos) tienen por mandato no permitir la importación de diésel con más de 500 partes por millón” de concentración de azufre. “Pero es muy probable y es una especulación, sobre la base de los datos internacionales, que el diésel que nos está llegando de Venezuela tiene mucha más cantidad de azufre, con lo cual se estaría violando una normativa de importación”.
Añadió que, según los parámetros internacionales, el país caribeño produce un carburante con 5.000 partes por millón de concentración de azufre, que equivale a 3,6 gramos por litro, una cifra alarmante frente a las 50 partes por millón (0,036 gramos por litro) que tiene la extracción nacional.
De acuerdo con el anexo 1-B del Decreto Supremo 25416, el diésel debería componerse de azufre sólo en un 0,30 por ciento de su peso, esto significa 2,16 gramos por litro.
Koch explicó que cuando tuvo que importarse el diésel de Argentina, la medida se amplió hasta 500 partes por millón.
El resultado del análisis en surtidores mostró que el diésel con mayor concentración de azufre se encuentra en el surtidor Señor de Mayo, en El Alto, que contiene 57 partes por millón. Y el más bajo está en el surtidor Arroyo, en Santa Cruz, que contiene 7 partes por millón.
El viceministro de Industrialización y Comercialización de Hidrocarburos, Williams Donaire, aseguró que los productos que llegan importados entran por todos los ductos y se distribuyen al país, lo mismo ocurre con el diésel de Venezuela.
Añadió que incluso el país vecino no produce toda su oferta, también importa de otros países; aunque no pudo precisar si para hacer la compra el Gobierno tomó en cuenta los efectos sobre el medio ambiente.
Sin embargo, el trabajo de los especialistas en contaminación de Swisscontact lleva a Koch a abrir la posibilidad de que con una lógica de proteger la salud de los habitantes de la ciudad, el carburante se esté mandando al sector agrícola, particularmente a las plantaciones de soya, en Santa Cruz.
El diésel es un combustible que proviene del petróleo crudo que se purifica para eliminar algunos compuestos, como el azufre. Sin embargo, cuando este elemento no se anula en la cantidad suficiente, como ocurre en Venezuela, se produce el dióxido de azufre (SO2), que resulta dañino para la salud humana.
Koch explicó que las partículas que produce el azufre afectan directamente a la gente que permanece mucho tiempo en las calles, como las vendedoras, los lustrabotas, los barrenderos que inhalan las partículas que carga el humo que emiten los vehículos y que terminan alojándose en las paredes de los órganos.
Esto ocasiona la irritación de la piel, la afecciones respiratorias, hasta la adquisición de asma y cáncer de pulmón.
Según Koch, el diésel que se produce en el país no tiene azufre, pero el que se extrae en Brasil, Venezuela, Perú y Argentina sí posee este elemento químico
Según los índices internacionales, Perú produce diésel con el mayor grado de azufre, que llega a 7.000 partes por millón; luego está Colombia, con 1.100 partes por millón; México, con 500 partes por millón; Estados Unidos tiene el mismo índice que Bolivia de 50 partes por millón, y el más bajo de 30 partes por millón es de los países europeos.
El experto explicó que, además de los efectos en la salud humana, el azufre reduce el tiempo de vida del motor de un automóvil de 20 años a la mitad, lo que obliga a su cambio inmediato y acarrea costos adicionales para sus propietarios.
La gasolina blanca que circula tendría plomo
El Gobierno autorizó la distribución de gasolina blanca desde la segunda quincena de diciembre de 2008 en las estaciones de servicio del país, sin embargo, Swisscontact advierte de que puede ser altamente contaminante para la salud, debido a que en su mejoramiento se estaría utilizando plomo.
El combustible es importado, y para que tenga un mejor rendimiento en el motor, necesita aumentar la cantidad de oxígeno que sólo es posible con el uso de plomo. Las normas bolivianas prohibieron, en 1995, el uso de esta materia en la gasolina para mejorar su rendimiento. Esta decisión se debió a los estudios que demostraban que producía cáncer en el organismo.
El director nacional del programa Aire Limpio, de Swisscontact, Freddy Koch, explicó que ésta fue una tendencia que se siguió en el ámbito internacional y que “casi no se lo utiliza en ningún lugar del mundo. Hoy día se usa otro tipo de aditivos”. Entre los aditivos permitidos están el MTBE (metil ter-butil éter) y los compuestos enólicos. Sin embargo, éstos tienen un efecto menor en la salud cuando se convierten en compuestos orgánicos, como el benzeno, el tolueno, el exileno (BTX), que son altamente cancerígenos.
Koch manifestó que el proceso de incremento del octanaje (ajuste de los niveles de oxígeno en la gasolina) se debe a que las gasolinas livianas necesitan subir más este elemento, y por esa misma razón son contaminantes. El plomo en el carburante se transforma en partículas que están en el aire, y cuando se las respiran se fijan en los pulmones hasta 10 años. Sus efectos son directos al hígado, el cerebro, el sistema nervioso y los órganos reproductivos, específicamente en los niños es una causa de retardo mental y trastornos de conducta o la anemia.
Así lo revela un análisis de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico (Swisscontact), sobre la base de estudios internacionales.
El superintendente de Hidrocarburos, Guillermo Aruquipa, informó a principios de año que la importación de diésel venezolano subirá de 350.000 a 400.000 barriles diarios.
La Prensa no pudo obtener un criterio de la reguladora sobre el estudio.
Este combustible se distribuye en todo el país, y el resultado de un análisis hecho por el “Proyecto Aire Limpio”, de Swisscontact, concluyó que en seis ciudades grandes no se pudo encontrar muestras de contaminación del carburante, aunque existen indicios de que el producto se lo envía a las áreas agrícolas donde está pendiente el análisis.
El estudio, que tomó como referencia a 34 surtidores de las ciudades de La Paz, El Alto, Santa Cruz, Oruro, Tarija, Sucre y Cochabamba, entre el 12 de diciembre de 2007 al 11 de febrero de 2008, intentó obtener una muestra del diésel venezolano para mostrar su nivel de azufre; sin embargo, no pudo lograr este objetivo.
El director nacional de Swisscontact, Freddy Koch, explicó que “ellos (la Superintendencia de Hidrocarburos) tienen por mandato no permitir la importación de diésel con más de 500 partes por millón” de concentración de azufre. “Pero es muy probable y es una especulación, sobre la base de los datos internacionales, que el diésel que nos está llegando de Venezuela tiene mucha más cantidad de azufre, con lo cual se estaría violando una normativa de importación”.
Añadió que, según los parámetros internacionales, el país caribeño produce un carburante con 5.000 partes por millón de concentración de azufre, que equivale a 3,6 gramos por litro, una cifra alarmante frente a las 50 partes por millón (0,036 gramos por litro) que tiene la extracción nacional.
De acuerdo con el anexo 1-B del Decreto Supremo 25416, el diésel debería componerse de azufre sólo en un 0,30 por ciento de su peso, esto significa 2,16 gramos por litro.
Koch explicó que cuando tuvo que importarse el diésel de Argentina, la medida se amplió hasta 500 partes por millón.
El resultado del análisis en surtidores mostró que el diésel con mayor concentración de azufre se encuentra en el surtidor Señor de Mayo, en El Alto, que contiene 57 partes por millón. Y el más bajo está en el surtidor Arroyo, en Santa Cruz, que contiene 7 partes por millón.
El viceministro de Industrialización y Comercialización de Hidrocarburos, Williams Donaire, aseguró que los productos que llegan importados entran por todos los ductos y se distribuyen al país, lo mismo ocurre con el diésel de Venezuela.
Añadió que incluso el país vecino no produce toda su oferta, también importa de otros países; aunque no pudo precisar si para hacer la compra el Gobierno tomó en cuenta los efectos sobre el medio ambiente.
Sin embargo, el trabajo de los especialistas en contaminación de Swisscontact lleva a Koch a abrir la posibilidad de que con una lógica de proteger la salud de los habitantes de la ciudad, el carburante se esté mandando al sector agrícola, particularmente a las plantaciones de soya, en Santa Cruz.
El diésel es un combustible que proviene del petróleo crudo que se purifica para eliminar algunos compuestos, como el azufre. Sin embargo, cuando este elemento no se anula en la cantidad suficiente, como ocurre en Venezuela, se produce el dióxido de azufre (SO2), que resulta dañino para la salud humana.
Koch explicó que las partículas que produce el azufre afectan directamente a la gente que permanece mucho tiempo en las calles, como las vendedoras, los lustrabotas, los barrenderos que inhalan las partículas que carga el humo que emiten los vehículos y que terminan alojándose en las paredes de los órganos.
Esto ocasiona la irritación de la piel, la afecciones respiratorias, hasta la adquisición de asma y cáncer de pulmón.
Según Koch, el diésel que se produce en el país no tiene azufre, pero el que se extrae en Brasil, Venezuela, Perú y Argentina sí posee este elemento químico
Según los índices internacionales, Perú produce diésel con el mayor grado de azufre, que llega a 7.000 partes por millón; luego está Colombia, con 1.100 partes por millón; México, con 500 partes por millón; Estados Unidos tiene el mismo índice que Bolivia de 50 partes por millón, y el más bajo de 30 partes por millón es de los países europeos.
El experto explicó que, además de los efectos en la salud humana, el azufre reduce el tiempo de vida del motor de un automóvil de 20 años a la mitad, lo que obliga a su cambio inmediato y acarrea costos adicionales para sus propietarios.
La gasolina blanca que circula tendría plomo
El Gobierno autorizó la distribución de gasolina blanca desde la segunda quincena de diciembre de 2008 en las estaciones de servicio del país, sin embargo, Swisscontact advierte de que puede ser altamente contaminante para la salud, debido a que en su mejoramiento se estaría utilizando plomo.
El combustible es importado, y para que tenga un mejor rendimiento en el motor, necesita aumentar la cantidad de oxígeno que sólo es posible con el uso de plomo. Las normas bolivianas prohibieron, en 1995, el uso de esta materia en la gasolina para mejorar su rendimiento. Esta decisión se debió a los estudios que demostraban que producía cáncer en el organismo.
El director nacional del programa Aire Limpio, de Swisscontact, Freddy Koch, explicó que ésta fue una tendencia que se siguió en el ámbito internacional y que “casi no se lo utiliza en ningún lugar del mundo. Hoy día se usa otro tipo de aditivos”. Entre los aditivos permitidos están el MTBE (metil ter-butil éter) y los compuestos enólicos. Sin embargo, éstos tienen un efecto menor en la salud cuando se convierten en compuestos orgánicos, como el benzeno, el tolueno, el exileno (BTX), que son altamente cancerígenos.
Koch manifestó que el proceso de incremento del octanaje (ajuste de los niveles de oxígeno en la gasolina) se debe a que las gasolinas livianas necesitan subir más este elemento, y por esa misma razón son contaminantes. El plomo en el carburante se transforma en partículas que están en el aire, y cuando se las respiran se fijan en los pulmones hasta 10 años. Sus efectos son directos al hígado, el cerebro, el sistema nervioso y los órganos reproductivos, específicamente en los niños es una causa de retardo mental y trastornos de conducta o la anemia.
Algunos datos
El dióxido de carbono (CO2), también llamado anhídrido carbónico, es un gas incoloro y de olor ligeramente ácido.
Este gas forma parte de la composición natural del aire en una mínima parte, alcanzando sólo al 0,035 por ciento.
Sin embargo, es uno de los gases con mayor incremento, debido al excesivo uso de combustibles fósiles que se obtiene de los restos de seres vivos y plantas.
A pesar de ser un gas necesario para el proceso de fotosíntesis de las plantas y para el clima del planeta, se convierte en un contaminante nocivo cuando se encuentra en grandes concentraciones.
Puede ocasionar mareos a las personas, en ocasiones hasta la muerte, y es el principal responsable del efecto invernadero.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un gas de color rojizo que resulta de la combustión del nitrógeno presente en el aire. En las ciudades, este gas se genera, casi exclusivamente, por el tráfico vehicular. Ocasiona irritación en los ojos, la garganta y la nariz, además de provocar dolores de cabeza y dañar severamente los pulmones cuando las concentraciones son elevadas.
El dióxido de azufre es un gas incoloro, de olor picante que produce irritación en los ojos y la piel. Produce asma, catarros crónicos, fatiga y cansancio crónico; además de lluvias ácidas.
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