Una década de esfuerzos para reducir el consumo de petróleo en los países industrializados está en riesgo de verse revertida, conforme los bajos precios del combustible impulsan la demanda y estimulan a los automovilistas a regresar a los grandes coches devoradores de gasolina.
Las cifras de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y otros pronosticadores muestran que la demanda de petróleo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que disminuyó entre 2005 y 2014, creció rápidamente durante los últimos tres años después de que los precios del petróleo cayeron a niveles históricos, desde una cifra de más de 100 dólares por barril a menos de 55 en la actualidad.
Si la tendencia continúa, aproximadamente el 62 por ciento de la reducción en el consumo de petróleo de la OCDE desde 2008 habrá sido revertida para finales del próximo año, a pesar de que los Gobiernos tienen el objetivo de ahorrar combustible, disminuir la contaminación ambiental y reducir la dependencia de las importaciones de crudo.
El cambio en la demanda de petróleo ha sido inconfundible. El uso de petróleo en la OCDE alcanzó un máximo de 50,4 millones de barriles por día en 2005, antes de caer casi en un 10 por ciento hasta 2014, conforme la subida de los precios afectaba el consumo.
Desde entonces, la demanda en esos países ricos ha aumentado a un ritmo promedio anual de alrededor de 400 mil barriles por día, según muestran los datos de la AIE, y se prevé que llegue hasta los 47,4 millones de barriles por día el año próximo. Esta cifra se está acercando a un nivel registrado hace una década, antes de que un máximo histórico del precio del petróleo cercano a los 150 dólares por barril llevara a los Gobiernos a priorizar la eficiencia de combustible.
Michael Cohen, analista de energía de Barclays en Nueva York, dijo que los precios más bajos han desempeñado el papel más importante en el cambio al influir en el comportamiento de los consumidores. "La mejora constante durante varios años en el rendimiento promedio de combustible de los vehículos se ha detenido en gran medida".
Aunque las emisiones globales han permanecido estables, encabezadas por Estados Unidos debido al cambio de carbón a gas, el aumento del uso del petróleo podría representar una amenaza potencial para esta tendencia.
El auge de los coches eléctricos e híbridos, desde el Model X de Tesla hasta el Toyota Prius, ha generado titulares por su potencial para cambiar la relación entre los automóviles de motor y el uso de petróleo. Pero muchos analistas dicen que está eclipsando la realidad de hoy.
La consultoría de energía FGE dice que en el primer semestre de 2017 por cada nuevo coche eléctrico que llegó a las calles de Estados Unidos, los estadounidenses compraron 60 nuevos vehículos utilitarios deportivos devoradores de gasolina. En China, la proporción fue de 30 nuevos vehículos utilitarios por cada coche eléctrico, y 25 en Europa.
Este agosto, el Departamento de Energía de Estados Unidos estimó que la demanda de gasolina del país había alcanzado un nuevo récord de 9,9 millones de barriles por día.
Para los productores y las refinerías de petróleo, el aumento de la demanda ha sido una bendición.
El crecimiento de la demanda total, que incluye los más de un millón de barriles por día de aumentos del consumo anual que se ha visto en los mercados emergentes, ha ayudado al cártel petrolero de la OPEP y sus aliados como Rusia en sus esfuerzos por reducir el suministro de petróleo.
La producción de esquisto estadounidense, la cual impulsó la caída de los precios en 2014, nuevamente amenazó con inundar el mercado a principios de 2017, pero los precios internacionales del crudo se han estabilizado desde entonces por encima de los 50 dólares por barril, algo que muchos analistas atribuyen a las evidencias de un consumo creciente.
Las refinerías de petróleo, apresuradas para convertir el exceso de crudo en una mayor demanda de combustibles, han experimentado un aumento de los márgenes de beneficio.
Algunos grupos ambientalistas dicen que los Gobiernos deberían haber utilizado el período de descenso de los precios del crudo para introducir mayores impuestos minoristas sobre la gasolina con el fin de combatir los efectos negativos del aumento del uso de petróleo.
Otros se muestran relativamente optimistas, argumentando que el repunte es probablemente sólo una irregularidad, teniendo en cuenta el comportamiento de otras tendencias a más largo plazo.
Charlie Kronick, activista de alto nivel de Greenpeace, dijo que un esfuerzo por parte de los grandes consumidores asiáticos (China e India, en particular) para prohibir los coches de gasolina y diésel haría más que cualquier política del mundo occidental. "La verdadera cuestión no es qué sucederá en 2018, sino lo que sucederá en las décadas posteriores al año 2020".
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