El Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH) creó en noviembre de 1986, con un capital simbólico de 60.000 pesetas, Repsol SA, como resultado de la reordenación del sector petrolero español. La actividad de este grupo público englobaba, a través de cinco filiales, la exploración, producción, transporte y refino de petróleo y gas.
Desde entonces, su principal actividad ha sido la petrolera, tanto el crudo como sus derivados. De hecho, cuenta en España con varias refinerías, alguna de las cuales, como la de Cartagena, es de las más modernas y eficientes del mundo.
Sin embargo, el gas natural ha ido teniendo una presencia cada vez más importante en su porfolio, consolidada con la adquisición de la compañía canadiense Talisman en mayo de 2015. Los principales activos gasistas de Repsol están localizados en Trinidad y Tobago, Estados Unidos, Venezuela, Indonesia, Bolivia, Canadá y Perú.
Por lo tanto, se puede decir que Repsol es ahora más un grupo gasista que petrolero, ya que el 65% de la producción total y el 75% de sus reservas es gas natural, según los datos de cierre de 2016. Durante los nueve primeros meses de 2017, la producción neta de gas fue el 63% del total de hidrocarburos (el 37% fueron líquidos).
La compañía que preside Antonio Brufau justifica esta transformación en que población mundial aumentará hasta 9.700 millones de personas en 2050 (2.700 millones más) impulsada por los países emergentes, por lo que el mundo necesitará un mayor suministro de energía para alimentar este crecimiento. Las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) le otorgan al gas natural un gran protagonismo en la transición energética, para poder llegar a un modelo que satisfaga este aumento de la demanda mundial de energía de una forma sostenible.
TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Para poder afrontar este reto, Repsol apuesta por “una transición energética hacia un futuro de bajas emisiones, en el que el petróleo seguirá teniendo un papel protagonista en la movilidad y en la industria y en el que el gas natural tendrá una participación destacada, debido a que las emisiones de CO2 asociadas suponen aproximadamente la mitad de las del carbón. El gas natural va a desempeñar un papel clave e inmediato en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente en el ámbito de la generación eléctrica”, destacan en la compañía. Y subrayan que “si bien todas las fuentes de energía serán necesarias en el futuro, el gas tendrá un papel creciente y fundamental. Se trata de una de las energías más eficientes para promover una transición estructurada, encaminada a disminuir las emisiones”.
La evolución de Repsol en los últimos años ha sido evidente: en 2010, las reservas probadas ascendían a 1.100 millones de barriles equivalentes de petróleo (724 millones de gas natural, el 66% del total). En 2014 (último ejercicio antes de la adquisición de Talisman) las reservas probadas ascendían a 1.539 millones de barriles (1.098 millones de gas natural, el 71% del total). Y en 2016, las reservas sumaban 2.382 millones de barriles (1.798 millones de gas natural, el 75% del total).
MEGACAMPOS MARGARITA
En Bolivia, uno de los países donde la compañía cuenta con mayores recursos gasísticos, la compañía reforzará su presencia en el país y además, explorará en un nuevo bloque, Iñiguazu, ubicado en el sur del país, donde se encuentran los principales campos productores de gas, como Margarita-Huacaya. En 2016, la producción neta total de gas del grupo en el país alcanzó los 2.390 millones de metros cúbicos (Mm³), fundamentalmente en el campo Margarita-Huacaya, operado por Repsol y cuya producción equivale a más de la mitad del consumo de gas de España. En la actualidad, Repsol ejecuta la tercera fase del proyecto Margarita-Huacaya, el mayor campo de la historia de Bolivia, con una capacidad actual de entrega de 19 millones de metros cúbicos diarios de gas.
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