El Gobierno argentino desistió de terminar el Gasoducto del Nordeste (GNEA) de ese país que iba a servir para recibir mayores volúmenes de gas natural desde Bolivia, como parte del contrato suscrito entre ambas naciones.
La determinación la tomó Javier Iguacel, ministro de Energía de Argentina, porque durante más de una década su Estado desembolsó casi 2.300 millones de dólares, el doble de su presupuesto original, a través de licitaciones en las que la Sindicatura General de la Nación (Sigen) identificó “vicios” que irían desde la “falta de planificación” a “licitaciones amañadas y sobreprecios”, indicó el diario Clarín.
Al desistimiento del Gobierno argentino, de terminar el Gasoducto del Nordeste, se suma la posibilidad de que Argentina sea superavitaria en gas con el potencial del yacimiento de Vaca Muerta.
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