No es un misterio, pero cualquier dato referencial sobre exportaciones bolivianas en 2012 dará por resultado que la ‘estrella’ exportadora fue hidrocarburos. Mejor dicho: el gas natural. Sin embargo, la proporción de dinero que retorna al sector de hidrocarburos (estatal) para inversiones (en el sector) no presenta relación con lo que genera.
Veamos un poco: por venta de gas natural (materia prima) en 2012 ingresó al país $us 5.428 millones, superando ampliamente a sectores como manufacturas, minería, agropecuaria, etc. El 50% del valor de las exportaciones bolivianas es por concepto de venta de gas.
Haciendo ejercicios numéricos, de proyectos y conceptuales, podemos concluir –basados en estudios- que un proceso de industrialización a escala de la materia prima (gas) no solo generará mayores ingresos por concepto de ‘renta’, sino de generación de utilidades.
Aquí una digresión: la Bolivia ‘rentista’ que solo se ocupa de cobrar renta de la venta de su materia prima, podría dar el paso cualitativo de ser parte (el Estado se asocia a capitales multinacionales) de proyectos de agregación de valor al gas, generando no solo nuevos productos, sino abriendo más mercados, nuevos modelos de negocio y contratos, y mayores ingresos por diversos conceptos asociados a la generación de dividendos de capitales que desarrollen, por ejemplo, la línea de agregación de valor de gas-química (plásticos, úrea, fertilizantes); o la exportación de LNG que va de la mano de la producción de GTL (gas a diésel) o el DME (di metil éter que es un sustituto del GLP) que hoy es visto como una alternativa a la falta de GLP y combustibles.
Claro que son proyectos complejos de alta movilidad tecnológica, de capital, de recursos humanos y participación de verdaderos esquemas en los que todos aportan algo al desarrollo exitoso del proyecto, pero que muy bien funcionan en otros países. ¿Qué hace falta para ejecutarlos en Bolivia? Quizá la respuesta es conocida: decisión política de avanzar en nuevos modelos de pensamiento, una nueva visión de largo plazo en políticas públicas sectoriales.
Parece una vieja queja, pero cada vez es más actual: gran parte de países productores de gas están incursionando en modelos de producción a escala de derivados especializados, dejando de lado la visión de simples productores
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