Es muy lamentable y criticable, pero el gobierno no ha podido convertir en un plan petroquímico con visos de realidad el enunciado de industrializar el gas que políticamente le fue tan útil para llegar al poder.
Desde el principio, y parece que hasta ahora, no tiene las ideas claras en qué consiste el industrializar el gas. Ha comenzado proclamando que el generar electricidad es la forma de industrializar el gas y lograr valor agregado. Le ha tomado tiempo darse cuenta de que la termoelectricidad es utilizar el gas como combustible. No es el gas que se transforma en electricidad, porque igual efecto se puede lograr utilizando diésel. La industria privada eléctrica ha incrementado la generación termoeléctrica y obviamente no ha mencionado ni por un instante estar industrializando el gas.
Manteniendo esa borrosa y equivocada concepción, tratando de lograr un éxito político fácil con el tan escaso y cotizado combustible de los hogares y pequeños negocios, también han sostenido que el extraer una fracción líquida del gas, (propano) y obtener GLP, era industrializar. Con la habilidad política de convencimiento a las grandes mayorías, se pretendía presentar la planta de extracción de licuables en Río Grande como la primera planta industrializadora del gas. Lo acontecido en el intento de instalar esa planta ha sido un fracaso. Ni siquiera existe el proyecto de ingeniería en detalle que justifique las adquisiciones realizadas. Además, se destapó un proceso de pagos irregulares que llegó al máximo de corrupción imaginable, el volteo de una coima que desencadenó un crimen. Un fracaso doble: ineptitud y corrupción.
Pero el compromiso político de industrializar el gas, efectuado en la llamada Guerra del Gas del 2003, ha logrado incorporar en la CPE la obligación de constituir la Empresa Boliviana Industrializadora de los Hidrocarburos (EBIH). Ese mandato ha sido llevado adelante con un D.S. estableciendo la creación de la EBIH y asignándole un presupuesto inicial de $us 300 millones. El D.S. no se cumple hasta la fecha.
YPFB, en su Plan de Inversión 2009-2015, ha intentado formular el plan de la EBIH con el siguiente listado: construcción de casas prefabricadas con paneles sintéticos producidos en Venezuela, (??!!) producción de fertilizantes nitrogenados (urea y amoníaco), producción de fibras sintéticas (polietilenos) y conversión de gas a líquidos (GTL) para lograr mayores volúmenes de diésel.
Hemos navegado desde el 2003 en un mar de ignorancia impulsados por nuestro voluntarismo político. Pero el mundo no es lo que políticamente queremos que sea, sino es aquél en el que se imponen las realidades. Brasil nos está reconociendo unas sumas por los licuables del gas que se está yendo hasta Río de Janeiro, donde lo están esperando turboexpansores para extraerlos e introducirlos como materia prima en la ampliación petroquímica que se realiza en esa localidad. Braskem nos ha visitado y claramente indicado que, superada una serie de obstáculos, de acá a 10 años podríamos estar produciendo polietileno.
Ahora, hace dos semanas, Petrobrás y las autoridades del Mato Grosso del Sur se han reunido para dar inicio a la construcción de la primera de cuatro plantas de fertilizantes planeadas utilizando gas boliviano. En esta forma Brasil, el mayor importador de urea del mundo, se autoabastecerá y será exportador. Por las dimensiones de la futura planta, los costos unitarios serán tan bajos, que probablemente lo poco de urea y polietileno que consumimos lo importaremos del Brasil.
De la lista sólo queda la conversión de gas a líquidos (GTL). Proceso muy caro que todavía no ha probado ser rentable en el mercado y de muy difícil manejo técnico. A Brasil no le interesa, produce suficiente diésel por vía convencional. Para YPFB es vital para autoabastecernos de diésel. Pobre EBIH, le ha tocado la chica más fea y difícil de la fiesta. Deseémosle suerte porque estará gastando nuestro dinero en una difícil aventura.
Carlos Miranda P.
Es experto en temas energéticos.
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