domingo, 1 de mayo de 2016

El GNL y los billonarios costos de la desintegración gasífera


Recientemente pudimos analizar en detalle el reporte estadístico 2015 del Grupo Internacional de los Importadores de GNL (GIIGNL) sobre los avances de la industria del Gas Natural Licuado (GNL) en el mundo. A continuación presento algunos datos, reflexiones y un análisis del impacto en la ecuación gasífera del Cono Sur.

Para empezar, podemos aseverar que el futuro del gas natural está íntimamente ligado a los objetivos y acuerdos en la COP21 de París sobre el cambio climático. No es posible siquiera acercarnos a los objetivos trazados si no se impulsa mucho más el uso del gas natural para reemplazar al carbón y petróleo en la generación de energía eléctrica y al petróleo y sus derivados en el segmento del transporte y donde el GNL y el mini GNL jugarán un rol
preponderante.

Asciende el GNL

El GNL toma cada vez mayor relevancia en la oferta y demanda de gas natural en todo el mundo. A finales de 2015, 34 países importaban GNL, más del doble si se compara esa cifra con los 15 países que lo hacían en 2005.

La demanda de GNL se incrementó en 2,5% en 2015 con respecto a 2014, a pesar del reducido crecimiento económico mundial.

¿Por qué se prefiere al GNL antes que a los gasoductos? Primero, porque los costos de licuefacción, almacenaje y regasificación están reduciéndose significativamente y también por la implosión del GNL de menor escala, que está llegando hasta el mini GNL. Segundo, porque es una fuente de abastecimiento segura. Tercero, porque cada vez más transacciones se dan en el mercado spot y ya no sólo en contratos de largo plazo. Cerca del 30% de las transacciones de GNL mundiales ya se hacen en el mercado spot y de corto plazo y están tornando al producto en un commodity.

Contratar GNL en el mercado spot o de corto plazo -pese a que pueden darse más elevados precios dependiendo de la oferta y demanda- ayuda a que los compradores no se vean obligados a lidiar con tediosas cláusulas de compra en firme (take or pay), lo que facilita el despacho eléctrico en particular. Gas flexible es la denominación en la industria para este tipo de gas natural.

Adicionalmente, en Sudamérica, el GNL complementa muy bien la generación hidroeléctrica y sólo se debe recurrir a mayores importaciones cuando las lluvias son escasas. Así lo ven varios países que importan o importarán cada vez más GNL, como Brasil, Chile, Argentina, Colombia y Uruguay.

Es interesante analizar que los países en vías de desarrollo optan por la opción de Floating Storage Regasification Units (FSRU) y no así los desarrollados. Éstos son barcos que reciben, almacenan y regasifican el gas natural y que pueden trasladarse y usarse en otros destinos, lo que deja atrás la necesidad de instalaciones fijas.

Seguro que ello tiene que ver con la seguridad jurídica de los países. Brasil tiene tres, Argentina dos, Colombia uno y Uruguay tendrá uno. Mientras en Chile las dos terminales existentes son en tierra, pero la tercera que se estudia al sur es un FSRU.

Nueva tecnología

En el lado de la oferta se han consolidado como realidad el primer proyecto de Floating GNL en Australia. Es, sin duda, un quiebre tecnológico para un barco que produce gas, lo licúa, lo almacena y permite despachar el producto a otros barcos de GNL. Hay dos más en construcción y en los años que vienen estamos seguros de que se gestarán otros proyectos más.

Con cinco nuevos proyectos de licuefacción en tierra, que entrarán en producción entre 2016 y 2018, EEUU se posicionará como el primer productor de GNL flexible en el mundo a partir de shale gas y desplazará a Catar y aumentará la oferta en las cuencas del Atlántico y Pacífico.

Para 2019, EEUU tendrá disponible 9,6 billones de pies cúbicos por día para exportar (es decir nueve veces el volumen del contrato Bolivia-Brasil a máxima capacidad). Australia tendrá también nueva capacidad de licuefacción en el Pacífico y está desplazando a Malasia al tercer lugar en la producción de GNL. Es decir que EEUU, Catar y Australia tendrán gran parte del mercado de GNL hacia 2020.

La sobreoferta y el menor crecimiento económico hacen pensar que durante dos a cuatro años más tendremos sobreoferta de GNL en el mundo y que los productores se pondrán agresivos para tomar nuevos mercados en firme y spot y, sin duda, se lograrán mejores precios que en la década pasada.

Como anotamos, el GNL importado está a la toma de nuevos mercados y las regasificadoras continúan instalándose en las costas de Sudamérica. Y no es que Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela no tengan gas para abastecerse e integrarse aun más por gasoductos. El potencial gasífero en estos países es muy abundante. Hay un marcado déficit exploratorio para atender la demanda y por eso se debe recurrir a cada vez más GNL importado.

Si tomamos los precios promedio del marcador JKM, que está en 7,4 dólares por millón de BTU (MMBtu) para las importaciones por el Pacífico y los precios promedio del marcador NPB (6,5 dólares por MMBtu) para el Atlántico, de 2015, y los multiplicamos por los volúmenes reales importados de GNL por Argentina, Chile y Brasil, llegamos a casi 4.190 millones de dólares en importaciones que debían haberse quedado en nuestra región.

Estos son los billonarios costos de la desintegración energética regional y todo indica que irán en aumento, debido a que nuevas regasificadoras de GNL se construyen y estudian y la exploración continúa rezagada.

* Actual socio director de Gas Energy Latin America y Drillinginfo.

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